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Foto del escritorFernando Cillóniz

Fernando Cillóniz / ¿“Caviares o parásitos”? 



Llamemos las cosas por su nombre

En lenguaje coloquial, es común utilizar metáforas – o etiquetas – para describir comportamientos, estilos de vida y formas de pensar de ciertas personas. En ese sentido, “caviar” es una etiqueta muy peruana, utilizada para identificar a aquellos personajes que viven del Estado, sin brindar ningún servicio útil en favor de la ciudadanía. Aunque – eso sí – ¡cómo les gusta la buena vida!

 

Por obvias razones, los “caviares” son estatistas. Si no ¿de quién vivirían? Son de aumentar impuestos a las empresas y población civil, realizar consultorías y asesorías que no sirven para nada, promulgar leyes y procedimientos por las puras, fijar precios de mercado según sus iluminados criterios, y así. Los “caviares” necesitan agrandar y burocratizar al Estado. Repito… de eso viven.

 

Bueno pues, yo creo que la etiqueta “caviar” es confusa y desorientadora. Estrictamente hablando, caviar es un manjar hecho a base de huevos de esturión; un pez que vive en los ríos y lagos de Europa del Este. Se trata pues de una comida fina – cara, por cierto – al alcance, solamente, de gente adinerada. Sin embargo – entre nos – el que no ha probado nunca caviar, no se ha perdido de nada… ¡muchísimo más rica es nuestra huevera frita, con su salsita criolla y su limoncito más!

 

Pero bueno – volviendo al tema – para mí caviar es caviar… nada que ver con aquellos personajes vividores, clientelistas, inútiles, chupatintas, etc. que muchos detestamos, y que quisiéramos eliminar o – en todo caso – alejar lo más posible del aparato estatal. ¡Qué los “caviares” vean cómo se las arreglan, pero que no vivan del Estado! Es decir, que no vivan de los impuestos que esforzadamente pagamos los peruanos… digo yo.

 

Entonces – también digo yo – ¿por qué no llamarles “parásitos”? … si eso es lo que son. Los parásitos – por definición – son organismos que viven de otros organismos, llamados hospedantes. Los parásitos pueden estar dentro del organismo hospedante, como las tenias o solitarias que viven dentro de los aparatos digestivos; o fuera del organismo, como las garrapatas, piojos o sanguijuelas que viven prendidos de las orejas, patas y / o heridas de los organismos hospedantes. Por otro lado, los parásitos no eliminan a sus organismos hospedantes, ya que éste es su medio de vida. Si muriera el organismo hospedante, moriría también el parásito. ¡Hasta en eso se parecen “caviares” y parásitos!

 

Entonces, insisto: si viven del Estado… y son buenos para nada ¿no sería mejor llamarles “parásitos”, en vez de “caviares”? “Holgazanes con altos sueldos” … les llamaba el genial Solzhenitsyn. Se refería – por supuesto – a los burócratas vividores, indolentes y ayayeros (“parásitos”) de la ex Unión Soviética Estalinista.  

 

Y si “parásito” no parece apropiado ¿por qué no llamarles “gusanos, garrapatas, piojos o sanguijuelas”? En mi opinión, el término “caviar” es mucho decir – ¡un halago! – para tipificar a aquella gente que no sólo no sirve para nada, sino que peor aún, nos cuesta un ojo de la cara.

 

También se dice que los “caviares” andan prendidos de la “teta del Estado”. Efectivamente, los “caviares” no podrían sobrevivir por sí solos. No tienen cabida en empresas o instituciones privadas productivas y eficientes. Por ello, “maman” del Estado sin hacer nada productivo. Porque ¡no me vengan con que las millonadas gastadas en consultorías acerca de “gobernanza institucional, ideología de género, violencia familiar, descentralización y regionalización, motivación laboral, cooperación interinstitucional, y demás” han servido para algo! Puro papel. Puro floro. Pura basura. Y por si fuera poco… puro “Copy – Paste”.

 

En todo caso, mejor llamémosles “mamones”, tal cual aquellos cachorros que maman más de la cuenta. Como se sabe, cuando los cachorros de cualquier animal – perra, leona, loba o lo que sea – son pequeños, y todavía no pueden valerse por sí mismos, dependen 100% de la leche de la madre. Bueno pues ¿acaso los “caviares” no se parecen a aquellos “mamones” que viven prendidos de las tetas de sus abnegadas madres? ¡Claro que sí!

 

Ahora bien, algunos “caviares” – los peores – suelen provenir de universidades de élite. Idolatran a los organismos supra nacionales. Se juran intelectuales brillantes. Sin embargo – repito – no les gusta el trabajo productivo. ¿Productividad y eficacia? Cero. ¡Sólo de consultorías y asesorías irrelevantes viven los “caviares” sofisticados! Y si las consultorías se realizan a través de organismos internacionales… ¡mejor aún!

 

Los “caviares” gustan de la buena vida. Algunos – muchos – visten ropa de marca, vuelan en primera clase, pernoctan en hoteles 5 estrellas, brindan con champagne francés y caviar (ahí sí), usan celulares de alta gama y se movilizan en carros de lujo… con chofer. El problema – insisto – es que todo eso corre a cuenta del Estado. Es decir, de todos nosotros.

 

A lo que quiero llegar es que los “caviares” – léase, “gusanos, piojos, garrapatas, sanguijuelas o mamones” (como quiera que se les llamen) – son una pesada e injustificada carga para la gran mayoría de peruanos… sobre todo, para los más pobres. Consecuentemente, haríamos bien en exigir la eliminación de todo ese cardumen parasitario estatista que, en vez de servir a la ciudadanía, se sirve de ella.

 

Por ello exijamos menos plata en el Estado… más plata en el mercado. Menos tramitología estatal… más libertad individual y empresarial. Menos corrupción… más integridad. Menos clientelismo político… más meritocracia y profesionalismo. Menos consultorías y asesorías innecesarias… más productividad y eficacia. Menos burocracia parasitaria… más austeridad y eficiencia estatal. ¡Ese debiera ser el clamor de la ciudadanía! 

 

Y en el caso de la llamada “caviarada”, yo llamaría las cosas por su nombre: ¡fuera “parásitos” – o si prefieren – fuera “gusanos, piojos, garrapatas, sanguijuelas o mamones”! ¡Fuera todos aquellos que viven del Estado, sin brindar ningún servicio útil en favor de la ciudadanía!


 

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