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Fernando Cillóniz / Sin agua para lavarnos las manos


El presente artículo se publica con el permiso de la Asociación CÍVICA por el Perú.


Aparte de provocar fiebre, tos seca, pérdida de olfato y gusto, dificultad para respirar, y – en algunos casos – hasta la muerte, el Coronavirus ha resultado ser un gran encubridor. Muchos problemas que venían ocupando la atención de la gente han quedado en el olvido. La corrupción… por ejemplo. Como que el virus – pareciera – ha eliminado la palabra “corrupción” de nuestro diccionario. Asimismo, la pandemia ha encubierto completamente la discusión de algunos otros temas candentes, como la desaceleración económica de los últimos años en nuestro país. Pero no sólo eso. La pésima gestión gubernamental en materia de porcentaje de ejecución presupuestal, la pusilanimidad presidencial frente a los movimientos anti mineros, el incremento desmedido de la burocracia estatal inútil y corrupta, las pintorescas puyas entre el Congreso y el Ejecutivo, y muchos otros temas más… todo quedó traspapelado en algún lugar remoto de nuestras memorias. Podría ser que – aparte de los síntomas antes mencionados – el Coronavirus también provoque la pérdida de la memoria. ¿Cómo será?

Sin embargo – contrario a lo anterior – el Coronavirus también resultó ser un gran descubridor. Como que descubrió algunas falencias que estaban pasando un tanto inadvertidas frente a la ciudadanía. El agua potable y alcantarillado… por ejemplo. Mejor dicho, el fracaso estrepitoso – a nivel nacional – del suministro de agua potable para la población. ¡Qué mala suerte! Resulta que la recomendación más importante para combatir al Coronavirus es – precisamente – lavarse las manos frecuentemente. Lavarse las manos con agua y jabón. Ahora bien… jabón tenemos. Pero ¿cómo lavarse las manos… sin agua? ¡He ahí el problema! El hecho es que el suministro de agua potable en nuestro país está a cargo de las Entidades Prestadoras de Servicios de Saneamiento (EPS). SEDAPAL es una de ellas… y ciertamente la más grande, y la más conocida. Pero hay alrededor de 50 EPS más. La mayoría son empresas de propiedad de las municipalidades provinciales. Es decir, de los municipios de las principales ciudades del interior del país. A nivel rural, el agua potable está a cargo de las Juntas Administradoras de Servicios de Saneamiento (JASS). Hay alrededor de 6,000 JASS a nivel nacional. Y la mayoría son manejadas por los municipios distritales. A lo que quiero llegar, es que ese esquema – el de las empresas municipales de agua potable – fracasó. La mayoría de EPS y JASS están quebradas financieramente. La corrupción y el clientelismo político las quebró. Yo puedo dar fe de ello. Las EPS y JASS de la Región Ica son – casi todas – antros de corrupción e inoperancia. Por eso los iqueños no tienen agua en sus casas. Por eso mismo, la mayoría de peruanos tampoco tiene agua potable… 24 horas al día. Dejémonos de hipocresías. La institucionalidad del agua tiene que cambiar. La salud de millones de peruanos está en juego. Una entidad pública autónoma, especializada, y meritocrática – tipo Banco Central de Reserva (BCR) – que no dependa de los ministros o alcaldes de turno. Eso es lo que se necesita. Los ministros y alcaldes cambian a cada rato. Y con ellos cambia – también – gran parte del personal de las EPS y JASS. Clientelismo político en su máxima expresión. ¡Qué se puede esperar de ello! Pues lo que tenemos ahora. ¡Millones de peruanos sin agua! O sea, millones de peruanos sin poder lavarse las manos.

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