Para salir de la brutal crisis económica en la que nos encontramos hay que pensar para luego actuar. Bueno pues –pensándolo bien– un programa masivo de construcción de viviendas dignas podría ayudar a generar millones de puestos de trabajo –precisamente– para contrarrestar la desesperanza de igual número de compatriotas que han perdido sus empleos como consecuencia de la pandemia del COVID 19.
Ciertamente, no se trata de la única salida. Las inversiones en minería y energía pueden –y deben– ayudar significativamente para retomar el dinamismo económico perdido. Las inversiones requeridas para el cierre de brechas en infraestructura –también– son vitales para los fines del caso. En realidad, todo lo que signifique inversión debe ser bienvenido para salir del hoyo en el que nos encontramos.
En el fondo –desde un punto de vista conceptual– nada ha cambiado con respecto a los tiempos anteriores a la pandemia. La única manera de generar empleo, riqueza, y bienestar –aquí y en la Conchinchina– es mediante inversiones. Inversiones públicas y privadas, pero sobre todo privadas.
Y en nuestro caso, los tres frentes antes mencionados –vivienda, minería, e infraestructura– no es que hayan aparecido de buenas a primeras a raíz de la pandemia. Nada que ver. En realidad, desde hace décadas que debimos haber promovido las inversiones en dichos sectores.
Pero ¿qué pasó? ¿Por qué no fuimos capaces de tener más viviendas dignas para más familias peruanas? O más minería como Conga, Tía María y otros grandes proyectos mineros. O más y mejores carreteras, ferrovías, puertos, hospitales, instituciones educativas, entre otras. ¿Por qué cayeron las inversiones privadas –repito, desde antes de la pandemia– propiciando así la informalidad y la falta de empleo en el país? ¿Por qué?
Las respuestas a esas interrogantes son harta conocidas. El brutal déficit de viviendas –o mejor dicho, la enorme cantidad de peruanos que viven peor que animales– se debe a la proliferación de mafias de traficantes de tierras, en las que están involucrados muchos alcaldes y regidores municipales distritales, también mafiosos. La falta de inversiones en minería se debe a la pusilanimidad gubernamental frente a los movimientos anti mineros que –a pesar de ser minoritarios– hacen bastante ruido. Recordemos la debilísima posición del presidente de la República –y su equipo ministerial– en el manejo del frustrado proyecto minero Tía María en Arequipa.
Y la falta de inversiones en infraestructura se debe a la inmensa y enrevesada institucionalidad burocrática que –como dice Roberto Abusada– ha hecho metástasis. Institucionalidad que –dicho sea de paso– es también la causante de la creciente informalidad y desempleo en nuestro país.
En conclusión, lo que hay que cambiar son las instituciones estatales y sus procedimientos administrativos. Las oportunidades de inversión son las mismas.
A continuación, suelto algunas propuestas al respecto. Eliminar miles de burocracias municipales distritales corruptas y mafiosas, y concentrar las funciones de ordenamiento urbano en las municipalidades provinciales. Imponer la ley y el orden en la explotación de nuestros recursos naturales. Simplificar –al máximo– la institucionalidad y tramitología estatal a todo nivel. Fusionar –o eliminar– instituciones públicas redundantes. Digitalizar los servicios del Estado. Incluso, eliminar cualquier cantidad de trámites innecesarios. Y –lo más importante de todo– salir de los miles de Richard Swing´s que han atiborrado el aparato estatal. ¡No al clientelismo político en el Estado!
Invertir US$ 40,000 millones para construir 2´000,000 viviendas dignas para igual número de familias peruanas. Invertir US$ 40,000 millones en proyectos mineros que están a la espera de permisos burocráticos absurdos. Invertir US$ 40,000 millones en obras de infraestructura como carreteras, ferrovías, puertos, reservorios, etc. Y –como dirían los contadores– invertir US$ 40,000 millones en “otros sectores”, como industria, turismo, agricultura, forestería, pesca, innovación, servicios, etc.
Recapitulemos: (1) Vivienda, (2) Minería, (3) Infraestructura, y (4) Otros. Mucha inversión privada, complementada por inversión pública, allí donde lo privado no llegue. He ahí las inversiones 4x4 que –con tracción en las cuatro ruedas– podrían sacarnos de la crisis mucho antes de lo que muchos imaginan.
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