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Fernando Cillóniz / Gobierno cizañero


El presente artículo se publica con el permiso de la Asociación CÍVICA por el Perú.


No me refiero a la connotación literal de la palabra cizañero. El Gobierno no produce ni vende cizaña. Me refiero más bien a la connotación instigadora del término. Cizañero – en el caso del presente artículo –se refiere a quien siembre discordia. El típico carbonero del barrio. El instigador… pero en el mal sentido de la palabra. Sí pues. Aparte de propiciar enfrentamientos entre empresas y trabajadores, el Gobierno se ha dedicado a meter cizaña entre colegios privados y padres de familia. ¡Una bajeza! Las empresas tienen que poner todo de su parte para pagar a sus trabajadores lo que les corresponda… y más. Eso está fuera de toda discusión. Pero ¿acaso no hay miles de pequeñas y microempresas que no podrán hacerlo? Incluso ¿cuántas medianas y grandes empresas han quebrado – o quebrarán pronto – a consecuencia de la cuarentena?

Entonces, meter cizaña desde el Ministerio de Trabajo amenazando con suculentas multas a las empresas que no paguen a sus trabajadores, es – efectivamente – una bajeza. Como también lo es instigar a los trabajadores a denunciar a sus empleadores en caso de no pago, o – incluso – en caso de retraso en los pagos de sus remuneraciones. Eso es echar más leña al fuego. Pero eso no es todo. El Ministerio de Educación – y el propio Presidente de la República y su Primer Ministro – no se cansan de exigir la rebaja de las pensiones escolares de parte de los colegios. ¿Por qué no bajan ellos los impuestos que nos cobran? Es evidente que tendrá que haber un ajuste en las tarifas de los colegios. Y para ello – al igual que en el caso de las empresas – las partes tendrán que analizar objetivamente la situación y llegar a acuerdos justos y consensuados. Pero meter cizaña para provocar la confrontación entre colegios y padres de familia, es – repito – una bajeza. Es evidente que muchos funcionarios del Ministerio de Educación detestan tener que competir con la educación privada. La aborrecen. Y por eso… la quieren destruir. En general, muchos funcionarios del Gobierno tienen fobia a todo lo privado. Me refiero a los más más del escalafón institucional del Estado… Presidente de la República, Ministros, Congresistas, Gobernadores Regionales, Alcaldes, etc. Su accionar – y sus declaraciones – los delata. Todo lo privado está mal para estos personajes que no pueden disimular sus resentimientos y enconos contra el sector empresarial y contra los colegios privados. Ellos quieren más impuestos, más controles y licencias, más protocolos, más burocracia… y muchos otros “mases”. En vez de reconocer sus errores e ineptitudes, recurren malamente a la cizaña. Si yo estoy mal… nadie puede estar bien. Así de mediocres pueden llegar a ser estos personajes. Cómo explicar si no la actitud del Gobierno de rechazar los diversos ofrecimientos de apoyo para confrontar la pandemia de múltiples instituciones privadas… empresas, instituciones religiosas, asociaciones de ciudadanos, etc. Incluso, cómo explicar el rechazo del ofrecimiento de apoyo de los Hospitales de la Solidaridad de la Municipalidad Metropolitana de Lima. Eso no es otra cosa que afán de protagonismo… ¡a tope! El caso es que las estadísticas de muertos e infectados de Coronavirus no dejan de crecer. ¿No será eso lo que los esté sacando de quicio? Es probable. Pero el hecho es que soterradamente – y aprovechándose del pánico pandémico – el estatismo retrógrado y el populismo politiquero están ganando terreno poco a poco. Y el Congreso – el nuevo Congreso que debía corregir los vicios de su antecesor – está resultando más de lo mismo. ¡Una lástima! Hemos cambiado moco por baba. El momento exige comprensión y solidaridad. No es momento de meter cizaña. Y menos, si proviene del Gobierno.


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