Una persona o autoridad pusilánime es aquella a la que le falta valor para enfrentarse a dificultades o peligros. El expresidente Vizcarra – por ejemplo – fue pusilánime respecto al proyecto minero Tía María en Islay, Arequipa. Todos recordamos cómo se chupó frente al Gobernador Regional de Arequipa y algunos alcaldes de la zona.
Al contrario, los manifestantes de las protestas de estos días – sobre todo, los jóvenes – demostraron fehacientemente que no son pusilánimes. Efectivamente, nuestra población es valiente, enérgica, audaz y decidida. Si no, pregúntenle al efímero expresidente Merino. Bastó un multitudinario y sonoro – Merino no me representa – y Merino fue.
Más aún, Merino cayó a pesar de estar premunido de toda la legalidad del caso. La vacancia de Vizcarra y la sucesión presidencial se cumplieron de acuerdo con la Constitución y las leyes, aunque algunos discrepen de ello. Pero ese no es el tema. El tema es que la población no quería a Merino. – Merino no me representa – fue el grito de la calle y punto. La población se zurró en las formas e impuso su poder de coacción y triunfó.
Ahora bien, si la población – a través de su poder de coacción – se tiró abajo a un presidente de la república ¿por qué no se tira abajo a los funcionarios corruptos responsables de los servicios públicos que el Estado no brinda, a pesar de estar obligado a ello? Me refiero – por ejemplo – a los servicios de agua, salud, educación y seguridad.
A ese respecto – y contra lo que acaba de suceder en las calles y plazas de todo el país – mucho se comentaba acerca de la mansedumbre de nuestra población frente al maltrato del Estado, en general. Y en particular, frente a la pésima dotación de los servicios antes mencionados.
Por ello pregunto ¿cómo no protestar por la falta de agua en casi todas las ciudades y centros poblados del país? si el dedo acusador apunta a los alcaldes y funcionarios ediles que dirigen las empresas municipales prestadoras de servicios de agua y saneamiento, más conocidas como EPS´s.
Incluso, si los pésimos servicios de salud pública – yo puedo dar fe de ello – se deben a las mafias enquistadas en casi todas las instituciones del sector; empezando por el propio Ministerio de Salud. ¿Acaso la diosa coima no está detrás de los hospitales inacabados, inoperativos – y abandonados – que están desperdigados por todo el país? ¡Cómo no protestar por ello!
Y qué decir de la súper burocratización en el sector educación, que no es otra cosa que clientelismo político puro y duro. Más aún, sabiendo que detrás de ese clientelismo está agazapada la corrupción. ¿Y la “consultivitis” en el Ministerio de Educación? Esa que es puro “Copiar – Pegar” y que no sirve para nada, pero que cuesta un montón de plata. Eso también es corrupción. ¡Cómo no protestar por ello!
Y por último ¿acaso la Policía no está infiltrada de mafias criminales? ¿Acaso la delincuencia no está coludida con las inspectorías municipales de todo el país? ¿Y los serenos que chantajean a los ambulantes para evitar el decomiso de la poca mercadería que tienen para vivir al día? ¿Acaso eso no es corrupción? ¡Claro que hay motivos para protestar!
Sin embargo, en vez de llamar las cosas por su nombre – léase, corrupción de funcionarios – muchos peruanos se van por las ramas y atribuyen dichas carencias a la “constitución fujimorista” o al “modelo económico neoliberal”.
No se engañen. La corrupción es la causante del maltrato del Estado a la ciudadanía. No es la Constitución y menos el modelo económico. En Ica demostramos que la corrupción era la madre del cordero. Apenas sacamos a los médicos corruptos de los hospitales regionales, eliminamos las colas y mejoramos sustancialmente la atención a los pacientes. Lo mismo hicimos en las demás direcciones regionales y todo mejoró de cara a la ciudadanía. Mejoró la dotación de agua, gracias al hermanamiento que logramos con Huancavelica. Mejoró la educación y la seguridad. Por supuesto nunca faltan los quejosos de siempre que nada – ni nadie – los satisface; pero, allá ellos con sus iras y rabias. ¡Ni hacerles caso! El hecho es que en Ica – combatiendo la corrupción – mejoramos los servicios públicos.
Finalmente, cuidado con las generalizaciones. No todo joven es constructivo y digno. Hay vandalismo juvenil. Muchos videos lo demuestran. Y no todo policía es abusivo y corrupto. Hay integridad policial. Muchos videos también lo demuestran. Seamos objetivos. En las manifestaciones de la semana pasada se vio de todo: jóvenes dignos, jóvenes vándalos, policías abusivos, y policías dignos.
La buena noticia es que la gran mayoría de jóvenes y policías actuaron del lado del bien. ¡Un aplauso para la juventud peruana! ¡Y otro igual para la Policía Nacional del Perú!
Por fin… ¡se acabó la pusilanimidad en nuestro país!
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