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Fernando Cillóniz / Crisis sin ningún provecho


El viejo Einstein decía: “Las crisis son la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque las crisis traen progresos”. Y agregaba: “No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo”.


Bueno pues, al margen de expresar nuestra admiración por las expresiones del gran científico alemán –e inspirados en su manera positiva de ver las crisis– hay que formularnos las siguientes preguntas: ¿Cuándo pase la crisis de la pandemia, vamos a seguir haciendo lo mismo? ¿Nada va a cambiar en las instituciones de la salud pública? ¿Vamos a seguir con el Ministerio de Salud tal cual, y con los Gobiernos Regionales politizando la gestión de los hospitales del Estado?


¿Acaso los municipios provinciales y distritales seguirán manejando las empresas de agua y saneamiento? ¿Seguiremos pasivos frente a las mafias municipales que promueven las invasiones de tierras y las viviendas de esteras en todo el país? ¿Seguirán los mercados de abastos en manos municipales, si ni siquiera cuentan con baños, ni las más elementales condiciones de higiene y seguridad?


Y yendo más allá de los temas sanitarios y urbanísticos ¿seguiremos con las numerosas instituciones estatales que –supuestamente– están para promover inversiones en infraestructura pública; pero que en la práctica no promueven nada? Llámense PROINVERSIÓN para inversiones en infraestructura en general, PRONIS para inversiones en infraestructura de salud, PRONIED para inversiones en infraestructura educativa, PROVÍAS NACIONAL y PROVÍAS DESCENTRALUZADO para inversiones en infraestructura vial. Y por si fuera poco ¿seguiremos con las numerosas Direcciones Regionales de Infraestructura que no fueron capaces de reconstruir la infraestructura dañada por El Niño Costero del 2017?


Ahora bien ¿cómo reacciona el Gobierno ante tamaña inoperancia? Pues recurriendo a otros Gobiernos –de otros países– para que se hagan cargo de nuestros fracasos.


Efectivamente, tal es el caso del reciente acuerdo de Gobierno a Gobierno –entre el Gobierno Peruano y el Gobierno Británico– para que éste último se haga cargo de la reconstrucción de la infraestructura dañada por El Niño Costero del 2017. Es decir, pasados más de tres años del desastre natural, el Gobierno Peruano –reconociendo su fracaso– recurre al Gobierno Británico para que éste asuma la responsabilidad de la reconstrucción de las carreteras y puentes, hospitales y postas médicas, escuelas, e infraestructura hidráulica dañada por El Niño.


Pero hay más. Para terminar la construcción de los hospitales Antonio Lorena de Cusco y Sergio Bernales de Lima, el Gobierno Peruano acaba de suscribir otro convenio parecido con el Gobierno Francés, para que éste se encargue de terminar la construcción de ambos hospitales.


Ante todo ello, cabe preguntarnos: ¿vamos a seguir con las instituciones que fracasaron en la reconstrucción de la infraestructura dañada por El Niño Costero, y con las que debieron terminar la construcción de los hospitales de Cusco y Lima?


En mi opinión, para que las cosas no sigan como están –y mejoren en el futuro– hay que hacer cambios radicales en la estructura institucional del Estado. El Ministerio de Salud y los Gobiernos Regionales NO deben seguir manejando la salud pública en nuestro país. Los municipios NO deben seguir manejando las empresas de agua y saneamiento. Y menos, los procesos de desarrollo urbano. Incluso, PROINVERSIÓN y todas sus derivadas, NO deben seguir gastando la millonada que vienen gastando por las puras. ¡Han fracasado! No pretendamos que las cosas mejoren, si seguimos haciendo lo mismo.


De allí la propuesta –contemplada en la Constitución– de crear Organismos Autónomos para la salvaguardia del Estado de Derecho y la mayor eficiencia de la salud pública, el desarrollo urbano, y la infraestructura pública en nuestro país. Y –lo más importante– que no dependan de ninguno de los poderes del Estado. Tipo BCR. Tipo Juegos Panamericanos Lima 2019. Cero clientelismo. Cero corrupción. Cero politiquería. Profesionalismo, carrera pública, meritocracia, gestión enfocada en resultados y todo lo demás.


Pero no, parece que todo seguirá tal cual después de la crisis. ¡Lamentablemente! ¡Ojalá me equivoque! Pero de ser así –contrario a lo que decía el viejo Einstein– esta habría sido una crisis sin ningún provecho.


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