El presente artículo se publica con el permiso de la Asociación CÍVICA por el Perú.
Empecemos por las buenas. El Banco Central de Reserva (BCR) es – por lejos – la mejor institución estatal del país. Incluso, internacionalmente se le reconoce como uno de los mejores bancos centrales del mundo. Los indicadores macroeconómicos peruanos – aquellos que dependen de la gestión del BCR – hablan por sí solos.
Inflación bajísima. Moneda local estable. Reservas internacionales sólidas y crecientes. Balanza comercial superavitaria. Impecable manejo de la deuda externa. Estadísticas transparentes y oportunas. Confianza total y absoluta. Eso – y mucho más – es el BCR del Perú. Un ejemplo de manejo público autónomo, íntegro, estable, súper profesional, y meritocrático. ¡Un orgullo nacional!
Al BCR ningún político lo puede tocar. Los ministros pueden entrar y salir del gabinete – incluso los de Economía y Finanzas – pero el BCR se mantiene firme y eficiente. Ni el presidente de la República puede meter su cuchara en sus decisiones. Ya se imaginarán el hambre que le tienen algunos congresistas.
¡Qué diferencia con otras instituciones estatales autónomas que – realmente – están pal gato! Por ejemplo… muchos gobiernos regionales y municipales. Veamos a qué me refiero. Agua potable y alcantarillado. Basura y residuos sólidos. Tráfico vehicular. Ahí van tres funciones municipales… fallidas. Salvo honrosísimas excepciones, las municipalidades de todo el país – sobre todo las distritales – han fracasado estrepitosamente en brindar esos tres servicios básicos: agua potable, limpieza pública, y tráfico fluido y seguro.
Y en el caso de los Gobiernos Regionales, la situación es parecida. Me refiero a las dos funciones principales de estas instituciones regionales autónomas, como son la salud y la educación de la población. Pregunto: ¿alguien podría decir que la salud pública va por buen camino? ¿O que los Gobiernos Regionales están mejorando la educación en al ámbito regional?
¡Nada que ver! La salud pública en todo el país va de mal en peor. ¡Corrupción a tope! Y la educación, igual. Los Gobiernos Regionales autónomos – también – han fracasado estrepitosamente. El fracaso regional es muy parecido al fracaso municipal. ¡No podemos tapar el sol con un dedo!
Ahora bien ¿por qué al BCR le va tan bien, y a los Gobiernos Regionales y Municipales les va tan mal? ¿Qué tiene el BCR que no tienen los demás? O al revés: ¿qué no tiene el BCR que tienen los demás? Y la respuesta se cae de madura: la política.
Efectivamente, la política, solo la política, y nada más que la política es la responsable del fracaso estrepitoso de los Gobiernos Regionales y Municipales en nuestro país. Ciertamente, me refiero a la mala política. A la política corrupta y clientelista. Esa es la causa del fracaso regional y municipal.
En realidad, todas las instituciones estatales dominadas por la política – de la mala – han fracasado. Ahí están los ministerios. La Policía y las Fuerzas Armadas. El Poder Judicial. Ahí está también el más grande fracaso del Estado peruano: el Congreso de la República. Ahí donde la política corrupta y clientelista se ha metido, ahí ha fracasado el Estado.
Aprendamos del BCR. Autonomía institucional, pero con profesionalismo, integridad y meritocracia. Carrera pública respetada y promovida. Cero injerencias políticas. Nada de militancias partidarias, clanes familiares y / o tarjetazos de recomendación. Al BCR sólo ingresan los mejores estudiantes de las mejores universidades.
¿Algún día aprenderemos?
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