El Perú ha sido el primer país en desconocer la decisión del ente electoral de Venezuela, manejado por el régimen totalitario que la gobierna desde hace décadas, de proclamar como presidente a Nicolás Maduro, en las últimas elecciones sin mostrar hasta el momento prueba alguna.
Después le han seguido los países democráticos de la región y el mundo que, sin distinción ideológica, siguen exigiendo al Consejo Nacional Electoral (CNE), muestren las actas que confirmen los resultados. Países como Chile, Colombia y México, gobernados por presidentes afines al marxismo de Maduro, se han juntado para solicitar las pruebas.
Sin embargo, en la sesión extraordinaria que convocó la OEA, hizo falta un voto para exigir que el CNE mostrara las actas; a pesar de que el Centro Carter, el único que fue aceptado para hacer la veeduría electoral, afirmó que los comicios venezolanos “no habían alcanzado los estándares internacionales de integridad electoral en ninguna de sus etapas”, sino más bien, mostraron parcialidad y notable desequilibrio por ilegalidades, vicios y malas prácticas, reiteradas y el intento del régimen por desconocer la voluntad ciudadana.
Se afirma que el gobierno dictatorial, conociendo con anterioridad la voluntad de los ciudadanos venezolanos, se preparaba para una transición negociada. La familia de Maduro había salido fuera del país e incluso se llegó a afirmar que podría ser Rusia el país donde se asilaría el mandatario, una vez demostrada su derrota electoral.
Sin embargo, el número 2, Diosdado Cabello, nunca habría estado de acuerdo con dejar el poder y lo demostró con su significativa presencia pública, antes de Maduro, proclamando la “victoria” en las urnas de un gobierno que ha sumido a su pueblo en la miseria y ha producido un éxodo jamás visto.
La primera decisión de Maduro, empezó a cambiar, no solo a influencia de Cabello; sino porque surgió el apoyo de países lejanos geográficamente, pero cercanos al régimen por sus intereses políticos y económicos, dentro del contexto geopolítico mundial, como es el caso de Rusia e Irán, entre otros.
Cuenta también con el respaldo de los 10 mil almirantes y generales, que son 10 veces más de los que existían con Chávez y 2 mil más que todos los de los países de la OTAN. Los altos mandos militares son los que sostienen convenientemente este poder espurio que no ha podido demostrar su triunfo con pruebas, no así los mandos medios y bajos, muchos de los cuales han renunciado e incluso se han unido a la diáspora.
Más de 20 personas han muerto en Venezuela en menos de una semana y hay más de mil detenidos, por la terca decisión de Maduro y su cúpula que, analistas califican de “narcopolítica”, de no abandonar el poder que ostentan décadas recurriendo a “elecciones” fraudulentas; pero que, en esta vez, la oposición ha tenido el cuidado de capturar las actas oficiales y puede mostrarlas en una página web a Venezuela y el mundo, donde claramente les da el triunfo con una diferencia del 30% a su favor.
El Secretario General de la OEA, Luis Almagro, ha anunciado que denunciará al régimen a la Corte Penal Internacional con sede en la Haya para que impute y ordene la captura de Maduro, por las víctimas y el “baño de sangre que prometió el mandatario y lo está cumpliendo”. Admiramos el liderazgo imprescindible de María Corina Machado y confiamos en que el mundo democrático no ceje de luchar a favor de la libertad y la independencia del pueblo venezolano.
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