El Congreso tiene la atribución de vacar al Presidente de la República por cinco motivos, el segundo es “Su permanente incapacidad moral o física declarada por el Congreso”, la misma que algunas voces, consideran que se debe variar a: “incapacidad sicológica y física declarada”, omitiendo como causa de vacancia la “incapacidad moral”.
Un asunto no menor que podría llevaros a la conclusión de que, los analistas políticos y legisladores que desean excluir la “incapacidad moral”, están perdiendo el norte sobre la vital importancia de la Ética para la Política, tanto de los elegidos, como de todos aquellos que se dedican a la misma. Más aún para quién ejerce la primera magistratura que “encarna la nación”.
La “incapacidad moral” alude a problemas de conducta que, están reñidas con el ejercicio de la más alta autoridad del país, de quien está llamado a ejercer el mayor liderazgo del cual debe emanar también la suficiente confianza de los ciudadanos en toda democracia. Liderazgo que se expresa en el cumplimiento de los deberes propios de la persona y de un cargo de tal envergadura.
Sin una conducta ejemplar, la autoridad de un Presidente de la República se evapora, en la medida en que no haya un real esfuerzo por vivir el servicio a los ciudadanos, a las instituciones, a la nación entera que se gobierna por mandato del voto popular. El ejercicio del poder no tiene otro objetivo más que de servir al bien común, dentro del marco de respeto a la libertad ejercida con responsabilidad.
La sana conducta y la conducta ejemplar que, necesariamente deben mostrar los líderes, lo sabemos desde siempre, por teoría y práctica, sólo es posible adquiriendo hábitos humanos positivos, a lo largo de la vida y del ejercicio de la actividad que se desempeñe, especialmente, si es de poder. Valores de conducta que los humanistas griegos, como Platón, enraizaban en las cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza; de las que se derivan todas las demás.
Gobernantes como José Stalin y Adolfo Hitler, no se ajustaron a estas leyes de la conducta humana, ni de lejos; este es el motivo por el cual hicieron del ejercicio del poder el mayor de los despotismos y totalitarismos que sus pueblos sufrieron hasta la muerte y el derramamiento de sangre.
“La incapacidad sicológica y física declarada”, eventualmente, puede cambiar la conducta para peor o para mejor, dependerá del crecimiento de cada quién en valores y de su capacidad de enfrentar estas situaciones; pero nada tiene que ver con la “conducta ética”, sin la cual el gobernante se puede convertir en tirano y totalitario en el ejercicio del poder desde la Presidencia de la República; por lo cual, está plenamente justificado que el Congreso, frente a un caso de inconducta del Presidente contra la ciudadanía, pueda vacarlo.
El hecho de que, en la actualidad, haya una carencia de educación humanística y mucha ignorancia, sobre el particular, no justifica que un partido político pretenda, mediante la presentación de un proyecto de ley, maquillar la defensa y blindar a cualquier improvisado y amoral que se “hace del poder”, mediante una mentirosa justificación.
“La permanente incapacidad moral” se expresa en los gobernantes aprendices de Hitler o Stalin, como en quienes, por su incapacidad de “decir la verdad”, se convierten en verdaderos cínicos y los cínicos no pueden
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