El Gobierno, consciente de que la votación a favor de la vacancia crecía, pidió que el Presidente se presentara en el Congreso el día martes 15, no para ser interpelado; sino para exponer sobre lo que se podría llamar “El Estado de la Nación”, iniciativa que se puso a la consideración del Consejo Directivo, el mismo que aceptó la presencia de Pedro Castillo, para el día y hora que lo había solicitado.
Una estrategia que pretendía ahogar los 76 votos a favor de la vacancia y la posibilidad de que pudieran sumarse los 11 que faltaban; motivo por el cual los oficialistas asustados acabaron implementando un acto, más bien, propio del Día de la Celebración de la Independencia, para marcar un “nuevo comienzo” que nos hiciera olvidar las acciones, sospechosamente corruptas del gobierno y su entorno; sobre todo, después de las confesiones de la aspirante a colaboradora eficaz Karelim López.
El Presidente ingresó al Congreso, vestido de oscuro, despojado de su clásico sombrero chotano, acompañado de las notas marciales de las bandas militares; los congresistas en el Hemiciclo, partido en dos espacios -a izquierda y derecha a la Mesa Directiva- adoptaban actitudes muy distintas. Mientras Perú Libre y sus aliados querían “tocarlo para ver si era realidad”, los demás conservaban la compostura del momento, hasta el final, cuando Castillo se acercó a despedirse de algunos miembros de la oposición.
El discurso del Presidente fue largo -de una hora y cuarto- y, en gran parte, un calco del que había ya expuesto el PCM Aníbal Torres. Un discurso leído por Castillo Terrones, con bastante corrección, que daba cuenta de sus “logros” y exponía su política gubernamental lejos de la extrema izquierda, como si se tratara del inicio de un nuevo periodo, con nueva hoja de ruta. Si pudiéramos sintetizarlo en tres puntos, estos serían: 1) borrón y cuenta nueva, 2) pedido de concertación y 3) absoluta negativa a reconocer la corrupción en su gobierno. Pero sus promesas fueron más de lo mismo y la frase con la que reconoció sus “errores y desaciertos en los que hemos incurrido”, sonó tan hueca como falsa; porque negó su participación en toda reunión con lobistas, llegando a afirmar que no conoce a Karelim López -asidua visitante de la casa de Breña y de Palacio de Gobierno- contradiciéndose a sí mismo, porque en la famosa entrevista que concedió al periodista Fernando del Rincón de la CNN dijo lo contrario.
Acabó el discurso invitando a todos a “reencontrarse” en el Acuerdo Nacional; pero, según su PCM Aníbal Torres, el Presidente se quedó en el bolsillo con un sorpresivo as: proponer nuevas Elecciones Generales, cuestión que como se sabe no depende de la voluntad del gobernante, sino de lo que dice la ley.
No se puede negar que la presencia de Castillo en el Congreso, cumplió en buena parte con su objetivo, el Consejo Directivo pudo haber fijado otra fecha para la exposición del Presidente, porque un acto así -en medio de un proceso de vacancia- significa al menos dar la sensación de que se le está entregando una ventaja que no merece. Sin duda el Gobierno logró enfriar y atrasar el momento de dar la cara al pueblo respondiendo a la moción de vacancia; pero tarde o temprano, este momento llegará, aunque nos parezca lejano el 28 de marzo y, aunque los parlamentarios tengan que presentar una tercera noción, porque este es un gobierno que tiene habilidad para ir cavando su propia tumba.
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