El 28 de julio pasado se celebraron las elecciones en Venezuela, arrojando un claro resultado de más de 7 millones de votos, el 67%, a favor de un cambio de un régimen que ha producido la mayor diáspora de ciudadanos que salieron de un país que había sido rico y pujante. Sin embargo, el régimen de Nicolás Maduro, respaldado principalmente por Diosdado Cabello y los hermanos Rodríguez, desconoció los resultados que dieron el triunfo a Edmundo González Urrutia, resultados que fueron avalados por personeros habilitados por el Consejo Nacional Electoral (CNE).
El 10 de enero era el día clave para el traspaso de poder con la investidura del nuevo Presidente de la República; pero era obvio que Maduro, ya convertido en un autócrata y tirano total, no iba a dejar el poder como correspondería a un demócrata. Por tanto, en la recuperación de su libertad, el pueblo venezolano requerirá de la ayuda de los organismos internacionales y los países que han apostado por una América Hispana independiente de poderes oscuros y nefastos, lamentablemente apoyados por las Fuerzas de las Armas.
El Perú ha optado por reconocer a Edmundo González Urrutia, siguiendo la línea de nuestra política externa, ya fijada por el anterior Ministro de Relaciones Exteriores, Javier González Olaechea, y defendida por el actual, Elmer Shialer, en el mismo sentido. Recordemos la posición firme del primero ante la asamblea de la OEA, después de que Maduro y su cúpula, sin mostrar nunca los resultados, se proclamaron ganadores de la contienda en una actitud soberbia y mentirosa.
En un comunicado publicado este viernes, el gobierno del Perú manifiesta que: “lamenta y rechaza que Nicolás Maduro haya asumido fraudulentamente la presidencia de Venezuela. El Gobierno Peruano no lo reconoce como presidente.” Y, asimismo, añade que “la voluntad popular, único origen legítimo de un gobierno, se expresó mayoritariamente a favor de Edmundo González Urrutia, a quien el Perú reconoce como presidente electo de Venezuela.”
Es de felicitar la posición de presidentes de izquierda, como es el caso de Gabriel Boric de Chile, que, pasando por encima de la ideología política compartida con la del propio régimen, ha sido claro en apostar por la libertad y la democracia, demandando que Maduro abandone el poder y respete los verdaderos resultados de la última jornada electoral.
El futuro de Venezuela, sin embargo, no es incierto. La figura de Corina Machado, una política recia, constante, heroica, que ha sufrido los abusos del régimen de Maduro, hasta llegar a resistir golpes sangrientos dentro del Parlamento del que era parte, tiene en ella su garantía del triunfo de la libertad. Corina ha sufrido amenazas a su familia —incluida su madre— y la prisión de muchos de sus colaboradores.
Ha presidido multitudinarias marchas y lo sigue haciendo; aunque ayer, la cobardía de la tiranía de Maduro y su cúpula, apoyada por los militares, la tomara en calidad de secuestrada y, más tarde, tuviera que soltarla al comprobar que la multitud no les iba a permitir tremendo abuso.
Siendo Corina Machado la candidata natural para estas elecciones, Maduro le cortó la carrera, apoyado por las instituciones que ya tiene capturadas, entre ellas la Fiscalía, el Poder Judicial y, por supuesto, el CNE; pero ella supo consensuar con distintos líderes de la oposición y confiar en González Urrutia.
Sin mostrar el resultado de las actas electorales, Maduro ha “juramentado” por 6 años y se ha burlado de González Urrutia, que permanece en la República Dominicana; pero María Corina Machado está en Caracas, firme, segura y sin miedo, porque ya ha pasado por todo y está dispuesta, seguramente, a dar la vida por la libertad de Venezuela.
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