El martes 11 de octubre, la prensa nacional fue invitada a Palacio de Gobierno para una conferencia de prensa. El Ministerio Público había presentado una denuncia constitucional al Congreso contra el Presidente y se esperaba su pronunciamiento al respecto. Mientras esperaban que se inicie el acto, los canales de televisión mostraban las imágenes de una mesa con sillas rojas labradas y los nombres de los ministros que participarían en el mismo, encabezados por el presidente del Consejo de Ministros, Aníbal Torres.
Sin embargo, pasó el tiempo y este escenario se congeló, sin que los protagonistas llegaran a ocuparlo nunca, los periodistas invitados se quedaron ahí encerrados, según sus propios testimonios; mientras tanto, se enteraron que se había armado otro ambiente en el gran comedor de Palacio, para atender solo a los corresponsales de la prensa extranjera y que a ellos se les había marginado y dejado plantados, quién sabe por qué razón.
En señal de protesta, tiraron los micrófonos de los distintos medios al suelo, una imagen que vale más que mil palabras; pero no es a la prensa a quien el Gobierno no quiso dirigirse ni responder pregunta alguna, sino al público, al ciudadano peruano que es el sujeto del derecho a la información sobre un asunto tan grave como es el hecho de que, por primera vez en el Perú, se denuncia por corrupción a un Presidente en ejercicio.
La conferencia de prensa con los corresponsales extranjeros la dirigió el propio presidente Castillo Terrones, lo cual no estaba previsto en el escenario anterior, donde no aparecía su nombre, y fue transmitida en directo por la Agencia France Press y la señal del Estado. Enterados los corresponsales extranjeros del disgusto de sus colegas peruanos, preguntaron sobre la razón del desplante y las respuestas fueron de Ripley: “La prensa peruana sería informada en otro día fijado para ella”, “Los ministros no organizamos las conferencias y no hemos sido informados de la invitación para hoy” y más sinrazones.
En el colmo de las “justificaciones”, los voceros de Palacio afirmaron que la prensa extranjera “había pedido exclusividad”; lo cual fue desmentido en un comunicado público de la Asociación de Prensa Extranjera en el Perú (APEP), donde más bien afirmaron que “No se ajusta a la verdad que se haya pedido exclusividad, como afirmó el vocero gubernamental y Ministro de Trabajo Alejandro Salas” y, añadieron además que: “La APEP abogó en la conferencia por el ingreso de los colegas de la prensa nacional”.
Por otra parte, fuimos sorprendidos, nada menos que por el Sistema Nacional de Defunciones (Sinadef), con graves ‘fake news’ que “daban cuenta de la muerte” de personajes tan importantes como la fiscal de la Nación y el Presidente de la República, y de otros protagonistas de la trama de la supuesta corrupción gubernamental. Los “mataron” y después los “resucitaron”; en una clara y desesperada intención de querer cambiar el foco de atención de la opinión pública, de las graves denuncias de la Fiscalía al Presidente, a una falsa “narración de terror”.
Recordemos que, un día antes de las elecciones subnacionales, apareció un supuesto comunicado “firmado” por la secretaria de Renovación Popular, dando cuenta también de la súbita “muerte” de su candidato a la Alcaldía de Lima. Ya no podemos siquiera aplicar la frase de Shakespeare “Algo huele mal en Dinamarca”; porque en el Perú, “algo apesta”. Estos hechos parecen ser pruebas de ensayo para que la extrema izquierda se haga del poder total con obvia ayuda internacional.
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