El periodismo es una profesión joven, con alrededor de 60 años en las aulas universitarias, no se puede confundir con la libertad de pensamiento y de expresión a la que todos tienen derecho; porque el profesional de la comunicación, se prepara para satisfacer el derecho a la información de los ciudadanos, respecto a los acontecimientos diarios de interés, para que, con base a su trabajo, se formen un criterio que les permita tomar las mejores decisiones.
Para cumplir con su objetivo, el ejercicio de la profesión periodística, debe tener la garantía del respeto a su libertad, tanto para investigar y recoger información de sus fuentes, como para trasmitirla, a través de los medios de comunicación. Ni el Estado, ni la Empresa, ni cualquier otro organismo social en una democracia, pueden dificultar ni prohibir a los periodistas, el derecho a la búsqueda, la elaboración y la trasmisión de los contenidos informativos y de opinión.
Sin embargo, la cultura del secreto y el silencio que practican quienes deben informar con transparencia de los actos de gobierno, en todos los poderes e instituciones del Estado, atentan contra este derecho de los ciudadanos que los periodistas están llamados a satisfacer, desde su ejercicio profesional. Es cuando, atacan al “mensajero” para matar el mensaje, con fines opacos, casi siempre autoritarios o de abuso del poder.
Si un gobierno, como el actual: calla, aquello que debe informar, solo envía “trinos” informativos a través de la red social Twitter, huye de las preguntas de los periodistas y se niega a dar entrevistas y ruedas de prensa; seca las fuentes de información y se gana la imagen de gobierno autoritario y poco democrático; porque en la práctica, niega uno de los derechos humanos más importantes: el derecho a la información.
Si los gestores de las empresas periodísticas, por otra parte, no están convencidos de que el corazón de estas instituciones son los periodistas, las llamadas “salas de prensa”, que son en realidad los laboratorios de investigación y elaboración de contenidos noticiosos; si no invierten tiempo y dinero, en sus colaboradores más importantes que son los periodistas, perderán la joya de la corona y, tarde o temprano caerán, porque sin una auténtica visión de la empresa, perderán la confianza de los ciudadanos.
Los periodistas son “mermeleros”, cuando no son profesionales, o cuando, habiéndose preparado para ejercer esta profesión, pierden el sentido de la misma por diversos motivos que, casi siempre, están relacionados con la falta de entereza e integridad para buscar, encontrar y trasmitir la verdad de los hechos noticiosos, aun en los escenarios de mayor dificultad, no sólo montados por el gobierno, sino por su propia empresa.
Pero, los periodistas no sólo pierden autonomía y libertad, cuando se las arrancan desde fuera; sino también, cuando no actúan con ética y trasparencia. Cuando se vuelven soberbios, cuando se muestran como “dueños” de la verdad y descalifican cualquier otra. Cuando solo hablan y son incapaces de escuchar porque se vuelven “divos”. Ni el Estado, ni la Empresa, ni el Periodista, son sujetos del derecho a la información, sino las personas que están dispuestas a pagar, para obtener contenidos noticiosos de calidad.
El reciente 1 de octubre, se celebró el “Día del Periodista” peruano, saludamos a quienes ejercen esta profesión, con esfuerzo por encontrar la verdad y trasmitirla con idoneidad, para un público que necesita estar informado para actuar y tomar decisiones, sin ser manipulado ni engañado por intereses oscuros, contrarios al bien común y a una cultura de paz.
Comments