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Fabiola Morales / Otros son los argumentos 

Foto del escritor: Fabiola MoralesFabiola Morales


La Presidenta de la República, Dina Boluarte, ha ofrecido un mensaje a la Nación para responder a los hechos que políticos y mediáticos le vienen atribuyendo como signos de una inconducta que, supuestamente, deberían terminar en su vacancia. Estos han calado tanto en la opinión pública que el porcentaje de su desaprobación en las encuestas ha llegado a niveles casi nunca vistos en otros gobiernos.

 

Desde nuestro punto de vista, el cargamontón que le hacen a la Presidenta está demasiado centrado en asuntos que, hasta cierto punto, se perciben como frívolos. El último, que a todos tiene alborotados, es el de la rinoplastia y los supuestos “retoques” que, por otra parte, son cada vez más frecuentes en varones y mujeres, porque los “niveles de vanidad” son mucho mayores en nuestra época.

 

El mercado de los servicios estéticos ha crecido exponencialmente y una sencilla comparación fotográfica de los personajes de la farándula, política, economía o de la gente de a pie nos muestra su transformación, a veces poco acertada; porque llegan a cambiar su apariencia genuina o les producen problemas mayores de salud y hasta la muerte.

 

Dina Boluarte no es la excepción, porque quien se somete a estos tratamientos prefiere ocultarlos, más por vanidad que por sentido de la intimidad. En mi opinión, esta reacción la tuvo también la Presidenta, que no midió las consecuencias escandalosas que la delación de su ex Premier y hombre de confianza le traería, porque se trata de la primera autoridad del Estado.

 

Tampoco midió que, últimamente, el mundo mediático anda detrás de los “mosquitos”; porque, ya sea por falta de investigación o de reflexión, se tragan los “elefantes” de su gobierno. Políticos y mediáticos, por ejemplo, ya no hablan del caso Qali Warma. Se han conformado con el cambio de nombre de este programa social y con las explicaciones del ministro Demartini, que se aferra al poder como lapa, siendo claramente el responsable político de las porquerías que les entregan como alimento a algunos de los niños más necesitados, a consecuencia de una corrupción público-privada que no ha recibido ninguna “intervención quirúrgica” para extirparla.

 

Tampoco insisten cuando, frente a sus ojos, el Gobierno, con la voluntad política del Congreso, lanza un salvavidas, nuevamente, a la “minería ilegal”, como lo hicieron con la “tala ilegal”. ¿Quieren que sigan asociándose con el narcotráfico, con la trata de personas, el financiamiento ilegal de la política y otros delitos de “alta gama”? ¿Quieren un narcoestado? No nos engañemos: en las próximas elecciones, estos delincuentes no solo van a financiar candidatos, sino que ellos mismos van a llegar a ocupar espacios decisivos de poder.

 

También se olvidan de la crisis de la empresa estatal PetroPerú, un nudo gordiano que nadie puede desatar y que este Gobierno ha renunciado a intentarlo, prefiriendo recurrir al camino fácil del “salvataje”, entregándole millones de soles de nuestros bolsillos, también con la anuencia del Congreso, que es quien tiene la responsabilidad de aprobar el Presupuesto General de la República.

 

A todo lo citado se añaden más asuntos de verdadera importancia, por los cuales se debe tomar cuentas al Gobierno y al Estado. Este año, con un Presupuesto de doscientos cincuenta y un mil ochocientos un, millones cuarenta y cinco mil ciento ochenta y cinco soles (S/.251,801´045,185), se debe gastar con “eficiencia” y “transparencia”, evitando sumar el “gasto corriente” y dejando de financiar planillas de oro de elefantes blancos con el dinero de los contribuyentes.


 

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