Durante estos últimos días, han sido muy criticadas varias frases del actual Ministro de Agricultura, Ángel Manero Campos, referentes a la alimentación en el Perú, donde se asegura que en el país nadie pasa hambre y que, más bien, se come de manera abundante -en plato hondo- afirmando además que 16 millones de peruanos tienen sobrepeso.
Una visión que revela la lejanía de algunas autoridades acerca de una de las primeras necesidades de la persona: comer y nutrirse. En cambio, iniciativas solidarias de la población, como son las “Ollitas comunes” y “Comedores populares”, las asumen y las resuelven en gran parte.
La actual gestión de la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML), a iniciativa del alcalde Rafael López Aliaga, ha implementado el Programa Hambre Cero que tiene como estrategia la recuperación de alimentos perecibles de EMMSA (Empresa Municipal de Mercados S.A.) -Gran Mercado Mayorista de Lima- para que sean aprovechados por más de dos mil Ollitas comunes en la preparación de alimentos para sus vecinos.
La dieta de las Ollitas comunes, además, recibe donaciones de alimentos no perecibles, como leche, huevos, arroz, azúcar, etc., y proteínas a través de la solidaridad de empresas que entregan pollo, pavo o pescado, y la colaboración de la asociación de camales (CONACEBA) de donde proceden kilos de pollo y, sobre todo, la “sangrecita” para enriquecer la nutrición popular.
Durante el primer año de gobierno, la MML logró sanear su economía y ahorrar para fortalecer las Ollitas comunes con 80 millones de soles, lo cual se sumó al presupuesto del Ministerio de Inclusión Social, que es el encargado de atender estos programas sociales y a quien le corresponde ofrecer estas ayudas; pero que, lamentablemente, no es eficiente.
El proceso de acopio de alimentos lo realizan a primeras horas de la mañana el personal del programa Hambre Cero, con las coordinadoras de las Ollitas comunes, colaboradores de EMMSA y la Fundación Lima. Se dialoga con los comerciantes a fin de sensibilizarlos para conseguir la mayor donación posible. Se recogen los alimentos y se seleccionan antes de proceder a transportarlos a las partes altas de los cerros que rodean Lima y donde se encuentran las cocinas.
El transporte se hace en camiones asignados por el Programa Mundial de Alimentos, lo que constituye una cooperación de la Embajada de Estados Unidos, sin costo alguno para llevarlo a cabo, y el personal del programa Hambre Cero, con la ayuda de la Fundación Lima, lo descarga y distribuye en cada una de las Ollitas comunes.
A las Ollitas comunes se les ha dotado, desde la MML, con las herramientas necesarias y muchas de ellas han recibido también cocinas y artefactos importantes como congeladoras que les sirven para conservar sus alimentos o para emprender un pequeño negocio de venta de postres u otros productos. Sin embargo, solo los lugares con luz eléctrica las pueden recibir, por razones obvias.
Las personas beneficiadas hasta este momento por la MML son más de 140 mil, con alrededor de mil toneladas de alimentos perecibles y miles de alimentos no perecibles variados. Asimismo, las señoras que llevan la gestión de las Ollitas comunes reciben capacitación y participan en las Ferias de Emprendimiento que organiza la Municipalidad.
El Ministro de Agricultura debiera visitar estas iniciativas para que aprecie la cantidad de personas que concurren a estos programas de ayuda alimentaria, porque tienen necesidad de comer. El Perú puede ser el país de una “sobresaliente gastronomía”, pero también de un alto índice de hambre.
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