La actual tecnología de la información ofrece una variedad de medios que son sumamente influyentes en el comportamiento de las personas y de las masas, las mismas que se usan como verdaderas armas de desinformación, para conducirlas a un objetivo político determinado, partiendo de premisas y narrativas falsas -basadas en emociones más que en ideas- azuzando sentimientos de odio y comportamientos violentos.
Los llamados «trolls» son usuarios de las redes, especialmente de Twitter, que se dedican a atacar personas o causas y que, muchas veces, no actúan solos, sino en equipos perfectamente coordinados, para dañar a otros. En estos momentos, por ejemplo, existen una serie de anónimos pidiendo, en esta red, que «vayan a incendiar las casas de los congresistas» e inclusive comparten direcciones de muchos de ellos.
Los ataques constantes y coordinados, usando frases cliché, contra la presidenta Dina Boluarte y más personajes de su entorno, recorren todas las redes, incluidas Facebook, Instagran y Tik tok que además comparten fotografías, videos y memes de contenido dramático y ofensivo. Un verdadero caldo de cultivo que azuza a la violencia, mucho más eficaz que las últimas palabras dedicadas por el ex PCM Torres a los periodistas, cuando salía del Congreso: «Asesinos, delincuentes, váyanse a trabajar». Discursos de odio que incitan al odio.
Se usan las redes para insultar y, también, para crear desinformación mediante lo que se denomina las «fake news» o noticias falsas que se difunden más rápido que las verdaderas y que muchas personas de buena fe, no sólo las creen, sino que las replican a través del teléfono por whatsapp, enviándolas a sus grupos de amigos. La dificultad para verificar las fuentes o la premura, facilita el hecho de que se conviertan en temas de conversación falsos.
Más aún, hay verdaderas mafias que se dedican al «negocio» de la propaganda para imponer «nuevas narrativas falsas» hasta de la misma historia de los países que ha sido estudiada con rigor, por mucho tiempo, por especialistas y científicos; así como para crear el caos y terminar con las democracias, con base en mentiras. Hay fábricas de robots (bots) que se alquilan para alterar la conversación social, en pro de causas violentas que son dirigidas por mentes que son discípulas de Joseph Goebbels, creador de la frase: «Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea la mentira, más gente lo creerá».
Las actuales protestas vandálicas que apuntan a destruir activos estratégicos de manera coordinada en todo el país tienen como telón de fondo el convencimiento por la desinformación ejercida por intereses políticos extremistas, tanto internos, como externos. Crean crisis con reclamos que no son sociales, porque no piden alimentos, agua, luz, salud, educación o carreteras, sino una Asamblea Constituyente, como la panacea para convertir al país en una maravilla.
Han logrado imponer un programa político mediante una estrategia que pide la renuncia de la presidenta, la censura a la Mesa Directiva del Congreso, el cierre del Congreso y nuevas Elecciones en el lapso de un tiempo que no respeta la ley, que se debe acatar porque de lo contrario «correrán ríos de sangre», porque continuarían con la violencia, a la manera chilena del 2019.
Todo aquel que opine distinto a este «programa» y piense en la construcción de la paz para alcanzar el desarrollo integral del Perú, es «asesinado» en las redes sociales. ¿Qué estamos haciendo para desenmascarar la narrativa falsa basada en el odio y la mentira? La desinformación es una herramienta eficaz para producir violencia y desunión.
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