Esta semana ha asumido un nuevo mandato por 4 años el presidente Donald Trump, una figura controvertida que, sin embargo, logró arrollar al Partido Demócrata, que no dio la talla con el presidente Joe Biden como primera opción y después con la vicepresidenta Kamala Harris, a quien no le valió ser mujer, de la clase media y muy preparada, no blanca y muy conocida, para cuajar como candidata ganadora.
Trump no tiene una semana de haber asumido la primera magistratura de Estados Unidos, y ya está cumpliendo con sus políticas que mostró como promesa de campaña. Ha trazado una línea nacionalista, anunciando aranceles de hasta 25 %, especialmente de los productos provenientes de China, Canadá y México, porque favorecerá, sobre todo, la producción e industria nacional que den empleo a los americanos.
Por otra parte, ha empezado ya a deportar a los emigrantes ilegales; lo ha hecho con más de 70 guatemaltecos que ha montado en dos aviones de la Fuerza Aérea de vuelta a su país. Este es un indicio de que lo seguirá haciendo con ciudadanos de otros países, particularmente con México, por eso la presidenta Claudia Sheinbaum ya aceptó el regreso de emigrantes a su país, pero solo de nacionalidad mexicana, cuando Trump quiere enviarle a todos aquellos de otros países que han llegado a Estados Unidos a través del país vecino.
Ha ordenado al fiscal general y al secretario de Seguridad Nacional en los 50 estados, integrados por fuerzas del orden estatales y locales: “acabar con la presencia de cárteles criminales, pandillas extranjeras y organizaciones criminales transnacionales”, en una clara referencia a las organizaciones delictivas como el “Tren de Aragua”, presente desde hace unos años en ciudades como Nueva York, las mismas que serán consideradas como “organizaciones terroristas extranjeras”.
En lo que se refiere a Venezuela, ha afirmado que no necesita comprar petróleo de ese país, lo que significaba un ingreso importante para el régimen de Nicolás Maduro, al tiempo que ha reconocido como nuevo presidente de ese país al exembajador Edmundo González Urrutia, quien ha podido mostrar con actas en la mano que, efectivamente, ganó las elecciones con una diferencia del 70 % al 30 %, mientras Maduro jamás pudo hacerlo.
Uno de los puntos más preocupantes es el anuncio de su retiro del Acuerdo de París, respecto al cuidado del ambiente, así como su retiro de la Organización Mundial de la Salud, lo cual, sin duda, va a suponer un golpe fuerte para estas instituciones que le han pedido reconsiderar su decisión.
En lo que se refiere a políticas sociales, ha sido claro en afirmar que Estados Unidos solo reconocerá a dos sexos: varón y mujer, lo cual impactará en las políticas de la ideología de género que se había arraigado en la sociedad estadounidense e influía en las escuelas, los colegios, las instituciones públicas y la empresa privada, y empleaba impuestos de los ciudadanos en su implementación interna y externa, a través de reconocidos organismos internacionales y ONG.
La llegada de Donald Trump al poder significar un cambio de 360° para Estados Unidos y, en parte, para el mundo, hasta donde pueda llegar su influencia; pero 4 años no serán suficientes para conseguir su sostenibilidad. Debe ser por eso que se ha rodeado de líderes jóvenes como el vicepresidente David Vance y Marco Rubio, secretario de Estado.
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