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Fabiola Morales / La lucha de la Policía Nacional


La inseguridad ciudadana en nuestra capital, como en todo el país, se ha incrementado y se ha convertido en más violenta, por la presencia de miembros de organizaciones criminales extranjeras que se reparten en feudos los distintos territorios donde cometen sus delitos.


El servicio de Inteligencia de la Policía describe que la temida banda venezolana el Tren de Aragua ha tenido un ascenso meteórico en el mundo del crimen y ha expandido sus tentáculos a toda la región, especialmente, en el Perú, donde actúa realizando extorsiones, secuestros, narcotráfico, sicariato y trasladando dineros y criminales de un país a otro. Pero no es la única venezolana, sino que se dividen territorios con la Cota 905, los Malditos del Cono, la Dinastía Alayón, los gallegos y los Hijos de Dios, a los que se suman los Bravos del Gota a Gota de Colombia y los Tiguerones de Ecuador, entre las más sanguinarias.


Esta semana al menos tres delincuentes, a plena luz del día, pretendieron secuestrar a una mujer que acababa de dejar a su hijo en el colegio; la llamada de unos vecinos, advirtió a la comisaría Sol de Oro de Los Olivos y la Policía acudió inmediatamente. El teniente Martín Perales y quienes lo acompañaban, alcanzaron a cerrarles el cerco a los secuestradores, y lograron salvarle la vida. Las imágenes de la operación policial que mostraron los medios hablan de la buena preparación, el sentido del deber y la valentía de la Policía. Sin embargo, es necesario que reciba mayor presupuesto, quien arriesga su vida debe ser recompensado con mejores sueldos y las comisarías deben contar con las herramientas necesarias, tanto administrativas como logísticas. Porque, mientras la delincuencia se especializa, se provee de armas de “guerra” y se convierte en una mafia internacional con filiales en muchas ciudades latinoamericanas, los Estados no reaccionan adecuadamente.


Autorizar a los serenos municipales para usar armas no letales es peligroso, porque no tienen esa función ni están preparados para enfrentar la delincuencia, menos a aquella altamente especializada; por el contrario, el personal del serenazgo puede perder la vida, creyéndose al mismo nivel que el avezado criminal, a quien no le importa asesinar a sangre fría por robar un celular, como lo ocurrido con un sereno de Surco, hace semanas.


El serenazgo puede actuar, en casos específicos de necesidad, junto a miembros de la Policía Nacional, que son quienes están autorizados por la ley a realizar determinadas acciones contra la delincuencia, pero que no cuentan con las debidas herramientas, como sí es el caso de los serenos. El alcalde de Lima ya firmó un convenio con la Policía para proveerle de motos para la lucha contra el crimen.


Por otra parte, tanto los fiscales como los jueces deben actuar con contundencia y celeridad para investigar y sancionar el delito, porque no hay nada más frustrante para la Policía y las víctimas que ver cómo los delincuentes son atrapados con sacrificio y, luego soltados por la Fiscalía, casi inmediatamente.


El Congreso, también debe proveer las herramientas legales necesarias contra la actual delincuencia; al respecto, cabe mencionar que, por iniciativa del congresista Alejandro Muñante, se ha aprobado el dictamen que permitirá la expulsión inmediata de los extranjeros que sean hallados responsables de delitos mediante sentencia penal; con ello se modifica el Código Penal que facultará a los jueces para convertir la pena suspendida de libertad, en expulsión inmediata.


La Policía Nacional debe ser revalorizada, repotenciada y acompañada por las instituciones del Estado y el sector privado.


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