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Fabiola Morales / La casita de chocolate


El presidente José Pedro Castillo se ha caracterizado siempre por usar un sombrero de paja cajamarquino que no se ha quitado, ni en sol ni en sombra -es un sombrero “a la cabeza pegado”, parafraseando a Quevedo- con el que incluso juramentó su cargo en el Congreso de la República; es por eso que, a todos ha llamado la atención, cómo lo cambia por un gorro de jockey, para entrar raudo por la noche a la casita de Breña, su Casita de Chocolate, ahí donde recibe a su amigos que llegan en vehículos lujosos, esos que al ministro de Economía “le pican el ojo y le hincan el hígado”.


Según el programa periodístico “Cuarto Poder” de América TV que investigó estos movimientos, por demás extraños y exóticos, ahí acudían fuera de toda agenda, desde congresistas a ministros, pasando por personajes mercantilistas acostumbrados a ganar licitaciones millonarias del Estado, a costa de tejer una telaraña de influencias que subían desde las secretarías de Palacio, al mismo cogollo del poder, por el camino más corto.


Abordados los personajes por los periodistas, mintieron hasta negar su propio nombre y asegurando llamarse de otra manera; cayeron también en contradicciones al más alto nivel, como es el caso del recién estrenado ministro de Defensa, quien afirmó que había acudido a una reunión de trabajo, es decir, a tratar un asunto de Estado, fuera del ámbito oficial y en la oscuridad de la noche. Asunto que el mismo Presidente negó en un Mensaje a la Nación que duró 4 minutos exactamente.


La investigación periodística llovió sobre mojado, porque los escándalos en la cumbre del poder político actual se repiten casi diariamente; la opinión pública no se reponía del impacto del descubrimiento que hizo la Fiscalía de 20 mil dólares, escondidos en el baño del secretario general de Palacio, Bruno Pacheco, y de su resistencia a renunciar; cuando los periodistas destaparon los encuentros en Breña, donde una de las visitantes, Karelim López, resultó que ya conocería los vericuetos del poder desde la época de Vizcarra, a fin de ganar licitaciones haciendo rebajas de tan solo 50 céntimos, respecto a sus contendores.


Los personajes de la izquierda actual, como Verónika Mendoza, deben estar todos avergonzados, con la cabeza abajo y escondidos, porque no son capaces de articular palabra y menos una frase; sino sólo los más cercanos al Presidente como Mirtha Vásquez, la actual presidenta del Consejo de Ministros que sabe muy bien de gestos políticos y de poner cara de palo, cuando las circunstancias la acorralan, en eso sí se gana a Guido Bellido.


Si con este panorama, todavía hay partidos que creen engañar a la ciudadanía con el cuento de “salvar la gobernabilidad”, están muy equivocados; al Perú le ha caído el “huaico del sombrero” después de primer año de pandemia. No sólo cierran negocios chicos o mediano; sino empresas mineras grandes y formales que aportan el 14% al PBI. No hay nada que salvar, sino empezar de nuevo y rogar que, esta vez, no nos toque en suerte el tiro de la ruleta rusa.


Pareciera que sólo en la Casita de Chocolate de Breña, hay “menos pobres en un país rico”; es por eso que la votación de la Moción de Vacancia la semana que viene en el Congreso, nos va a mostrar el verdadero mapa de los políticos que, aún con este panorama, se quieren ganar alguito, apoyando el “fantasma de la gobernabilidad”.


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