El Perú está en un constante proceso de declive que, a muchos líderes de la sociedad, les causa frustración, porque no pueden ni saben cómo contener, por siete motivos principalmente que, desde nuestro punto de vista, devienen de nuestra propia pasividad.
En primer lugar, porque a pesar de las advertencias que no necesitaban de sesudos razonamientos, ya que eran evidentes, se prefirió votar con el hígado y no con la cabeza y menos con una visión de mediano y largo plazo, pensando en las nuevas generaciones.
En segundo lugar, porque las instituciones electorales pecaron de no hacerse cargo de las irregularidades en el proceso y, porque fueron incapaces de responder con transparencia como, por ejemplo, mostrando el padrón electoral, tal como se lo solicitaron y solicitan tantos líderes democráticos.
En tercer lugar, porque, si bien Perú Libre llegó al poder utilizando -mal que bien- las herramientas de la democracia, es obvio que los miembros del partido y el gobierno están demasiado comprometidos con denuncias de corrupción y comportamientos sospechosos de lindar con el extremismo izquierdista y el totalitarismo ideológico. Pero permitimos a los “Pinturitas”.
En cuarto lugar, porque las fuerzas políticas llamadas a ser oposición democrática en el Congreso, por la sencilla razón de no haber sido electas para que gobiernen, se dividieron y, no por buenos motivos, sino por supuestos motivos inmorales e ilícitos, como la prensa nos está demostrando.
En quinto lugar, porque las instituciones democráticas, como el Congreso de la República, si bien tiene bancadas activas y vigilantes, contra los excesos del Gobierno, a tal punto que han contenido, los sueños de una nueva Constitución; no han podido persuadir a una mayoría para conseguir la vacancia. Parece que las estrategias de Palacio que han importado del comunismo internacional, le están funcionando.
En sexto lugar, porque el Poder Judicial y la Fiscalía han actuado, a vista de todos, con demasiadas diferencias entre quienes ostentan el poder y quienes no. Dando la impresión en muchos casos de que estaban dispuestos a actuar con doble rasero, de acuerdo a las posiciones políticas de cada quien.
En séptimo lugar, porque muchas instituciones públicas y privadas no hemos hecho la tarea: comprender que la política, la empresa, la economía y la sociedad, NO VAN POR CUERDAS SEPARADAS; educar en filosofía e ideología política; educar en la comprensión y análisis de los escenarios políticos; preocuparnos por adquirir una cultura cívica y política; ayudar de la forma que haga falta, a educar también a las nuevas generaciones que están en nuestra casa, nuestra empresa o nuestro entorno; construir partidos políticos honestos y sólidos; pero sobre todo, no ser indiferentes al acontecer del poder político, porque el país NO SE MANEJA EN PILOTO AUTOMÁTICO.
No podemos seguir creyendo que “este gobierno va a cambiar” y jugarse por ello, como lo ha hecho el Cardenal Barreto, comprensible por su buen corazón; pero los miembros de la jerarquía y el clero, no deben ocuparse de la acción política que es de laicos; en estos casos, es mejor que oren con más intensidad, porque “el poder de la oración es grande”; anuncien el Evangelio y trabajen fuertemente por la conversión del pueblo al amor de Cristo; porque sólo así se disminuirá el odio.
Ojalá abramos los ojos y no nos dejemos engañar por un gobierno que, sin darnos cuenta, nos está llevando directamente al abismo económico, social y político de manera irreversible, en el más corto plazo. Que se vayan, ya.
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