Según la encuesta de Datum llama la atención que el 17% de los encuestados respondan que todavía están pensando por cuál de los dos candidatos votar y el 4% confiese que todavía no lo ha pensado; cifra que sumada resulta que un 21% de ciudadanos, a dos semanas de la Segunda Vuelta electoral, podría inclinar la balanza hacia un platillo u otro.
El Centro del país (70%) y el Sur (64.1%) son el bastión de Perú Libre (PL); Lima (51.5%) y el Oriente (44%), en cambio, son de Fuerza Popular (FP); pero en el Norte, ambos partidos tienen un empate, 42.5% para el primero y 42.8% para el segundo, cuando el Norte, principalmente Piura -la región más poblada, después de la capital- ha sido, sobre todo, de tendencia keikista.
En lo que se refiere al nivel socio económico la misma empresa encuestadora afirma que las llamadas clases A, B (59.3%) y C (48.9%) votarían por FP; a diferencia de las D (47.9%) y E (51.1%) que lo harían por PL. Una clara referencia a la motivación -más racional o más emotiva- con la cual, una parte y otra de los ciudadanos, habrían tomado la decisión, ya sea por uno u otro de los candidatos.
En el caso de FP, tendría que convencer, sobre todo al Norte que, le ha llovido sobre mojado, puesto que, a la corrupción y los desastres pluviales, de los cuales no se levanta y clama por su reconstrucción; se le suma la actual emergencia sanitaria, con alarmantes cifras de fallecidos y de enfermos que no encuentran camas en los hospitales -menos camas UCI- ni medicamentos y si han tenido oxígeno, es gracias a las colectas de los párrocos.
El discurso de FP parece que hasta ahora no cala en el Norte, como tampoco en los niveles D y E que sufren el impacto de la pandemia elevado a la enésima potencia. ¿Qué mejoras se ofrecen, al respecto? Estos votantes buscan un cambio que PL les ofrece mediante el “paraíso en la tierra”, con un Plan de Gobierno marxista leninista maoísta que está en el Jurado Nacional de Elecciones, cuyo autor es Cerrón, el cuestionado ex gobernador de Junín y que ahora el candidato Castillo y su equipo están queriendo maquillar. Un cambio que es engañoso; porque nos quitaría la libertad y nos hundiría en mayores porcentajes de pobreza extrema, como en Venezuela; pero que logra conseguir adeptos, según la citada encuesta.
Pero, la decisión de los electores es, sobre todo, de última hora, se toma hasta en la misma cola de la votación, tal vez por eso, las encuestadoras fallan en sus resultados; asimismo, es producto de la afectividad y de la emoción, más cuando al “homo sapiens” hace tiempo que lo reemplazó el “homo videns”, como lo advirtió el autor italiano Giovanni Sartori; asunto que deben conocer bien los estrategas políticos y que, a dos semanas de las elecciones, todo puede variar, el candidato que mejor logre “proyectar en las pantallas”, los cambios que su gobierno produciría, para mejorar la vida cotidiana de las personas, sobre todo de las más vulnerables, logrará vencer.
En estos momentos, los debates electorales no tienen demasiado efecto, son las actitudes que se traducen en frases de titular y gestos históricos -más o menos felices- las que cuentan; por eso un paso bien dado o un paso en falso de los candidatos es decisivo para el triunfo o el fracaso. Nada está dicho con ese 21% de indecisos.
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