El súbito fallecimiento del Congresista Hernando Guerra García –expresamos nuestras condolencias a su familia– en Punta Bombón, en Islay; en circunstancias en que sufrió un infarto cardíaco cuando departía con un grupo de amigos, ha puesto el dedo en la llaga sobre la precaria situación de la salud en el Perú.
Según versión de sus amigos, una vez producido el hecho, al filo de la medianoche, lo llevaron a la Posta Médica más cercana, donde no recibieron ayuda, por la sencilla razón de que la encontraron cerrada, su horario de atención es hasta las 6 de la tarde y, no cuenta con médico ni equipos necesarios, para una población de 6,500 habitantes, más la población flotante que veranea en el balneario.
Por tanto, las personas que, en este distrito al sur de Arequipa, en el límite con Moquegua, sufran una emergencia de salud que podría ser desde un parto, una herida de bala, hasta un infarto cerebral, a partir de cierta hora, no pueden recibir atención médica de emergencia por esta Posta del Ministerio de Salud, a cargo del Gobierno Regional de Arequipa.
Una situación que se repite en todo el país, incluyendo a la misma capital y que la sufren una gran mayoría de personas que tienen carencias económicas o, como en el caso del Congresista, por la lejanía geográfica de un lugar donde recibir una atención urgente en caso de una emergencia, de la cual, nadie está libre.
El Ministro de Salud, César Vásquez, no se ha manifestado directamente sobre este caso puntual de la falta de atención de urgencia al fallecido congresista, como tampoco lo ha hecho el Gobierno Regional de Arequipa. Pero, si así hubiera sido, el argumento sería el mismo: no tenemos presupuesto suficiente del gobierno. Es decir, el clásico recurso de “estirar la mano” a “papá” Estado, cuyo dinero proviene de los impuestos que pagan las empresas y ciudadanos con trabajo formal; para callar la falta de una buena gestión y del despilfarro que tantas veces, se hace del mismo.
Sin duda, el presupuesto es necesario; pero necesaria es también la lucha contra la corrupción, así como priorizar el gasto y la inversión del mismo. Si en el sector salud, se juega la vida de las personas, debiera estar en primerísimo lugar, no solo de la inversión pública, sino sobre todo de una buena gestión de la cual hoy carece y que se ha convertido ya en una epidemia que no tiene cuando acabar.
Para ejemplo un botón. Los dos grandes sistemas de salud como son el MINSA y ESSALUD, “no conversan”, por el contrario, se ponen cabes. Si un paciente, recurre a la emergencia de un establecimiento del Ministerio de Salud y es asegurado, se le cobra hasta el algodón y el alcohol y, si por su estado grave no se le puede trasladar, los costos que paga son diarios y al nivel de cualquier clínica de prestigio. ¿No pueden ponerse de acuerdo, para atender indistintamente a los pacientes?
Desde que se creó el SIS, en época de Alejandro Toledo, se jugó con la “ilusión de una atención de salud para el 99% de peruanos”. Fácil es crear un Sistema Integral de Salud de boca para afuera, sin sustentarlo en el aumento de centros asistenciales, médicos y personal especializado, equipos y medicinas, como se lo advertimos, desde el Congreso, en su momento, al ex Presidente. En el sector Salud se requiere menos populismo y más eficiencia y honradez.
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