Con 75 votos a favor y 50 en contra el gobierno de Pedro Castillo, que es producto de unas elecciones controvertidas, ha conseguido el bautismo democrático que necesitaba para fortalecerse en el poder. El voto de confianza que fue a buscar al Congreso de la República, se lo han entregado, con el apoyo mayoritario de Acción Popular (AP) de Lescano, Alianza para el Progreso (APP) de Acuña y Podemos de Luna-Urresti, bancadas que eventualmente se proclamaban de la oposición, pero que han cedido ante los ofrecimientos populistas del PCM Guido Bellido.
Un escenario que se veía venir desde que los votos de la oposición, en su gran mayoría, eligieron a la actual Mesa Directiva del Parlamento que finalmente se ha convertido en el sostén del Gobierno bajo el pretexto de la gobernabilidad, a costa de darle el sí a varios impresentables ministros investigados y acusados por diversos delitos, pero que Castillo insiste en mantener, tal vez forzado por Vladimir Cerrón, ignorando que la política sin ética se parece mucho al abuso y a la tiranía. Con el congresista Jorge Montoya en la Presidencia, otros hubieran sido los resultados.
Las insistentes marchas de los ciudadanos en las calles que piden libertad y democracia, por el momento, han sido traicionadas por 13 parlamentarios de APP, 12 de AP y 4 de Podemos quienes, sólo hasta este viernes 27, se manifestaron abiertamente como aliados del gobierno actual y, por tanto, responsables de un programa que se ha presentado como marxista leninista y maoísta, cuyos principios van a ser desarrollados a lo largo de estos 5 años y que colocarán al Perú dentro de la órbita de los países del Socialismo del siglo XXI que lideran Venezuela y Cuba en América Latina.
Un gobierno de corte populista que se ha iniciado ofreciendo millones de soles en bonos que debilitan la caja fiscal, en un país donde las personas necesitan y piden oportunidades de trabajo; no solo en la gran empresa, sino creando sus propias empresas, porque el peruano es emprendedor, pero el Estado no le facilitas las herramientas necesarias para entrar en la formalidad. Es por eso que, más que dádivas, como se acostumbra entregar en los países totalitarios, requiere de ayudas financieras y de acceso a los mercados como se los proporciona los TLC firmados con distintos países.
Un gobierno que, astutamente, hasta el momento ha escondido sus intenciones de cambiar la Carta Magna, lo que nos retrocedería años luz; pero que, sin duda, insistirá en hacerlo por distintos caminos, distrayendo a las galerías -como ya lo hizo con el uso del quechua al inicio de su discurso de investidura o chacchando coca en pleno hemiciclo- para salirse fácilmente con su voluntad de colocar al país en una época ya superada por la caída del muro de Berlín y que trajo a los pueblos nada más que hambre y falta de libertad.
Pero sí se ha referido Bellido a una segunda reforma agraria y a la participación del Estado en proyectos de energía como el gas y el petróleo, sin nombrar el litio, grandes inversiones que, más que la participación de los gobiernos pobres como el nuestro, requieren de atraer a importantes capitales globales, con la debida legislación, para que todos ganen.
Las cartas están echadas con la decisión de una mayoría de congresistas que apoya el gobierno de Castillo-Cerrón y que han adquirido una responsabilidad con el presente y el futuro del Perú. Sin embargo, todavía hay parlamentarios que solicitarán la interpelación y censura de algunos impresentables ministros.
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