La corrupción llega a la salud de los niños
La corrupción público-privada entre los comerciantes y los funcionarios del Estado nos está demostrando que no tiene ninguna consideración ni límites para cometer sus fechorías. Nos referimos al escándalo destapado por Cuarto Poder en lo referente al programa Qali Warma del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS), que atiende las necesidades de alimentación de cuatro millones de niños de los colegios estatales en todo el país.
El hecho es que se demostró fehacientemente que estos alimentos, en un gran porcentaje, llegaban en mal estado y que los productos que se etiquetaban como de carne de vacuno, pollo y mollejas no eran tales, sino de carne de caballo —¡vaya usted a saber si sano o enfermo!—. Pero el caso de las conservas “Don Simón” parece ser solo un botón de muestra, con el agravante de que el actual ministro, Julio Demartini, conocía esta situación.
En una entrevista en Canal N, después de conocidos los hechos, el ministro reconoció que conocía las “irregularidades” de Qali Warma y añadió que todas ellas estaban en proceso de investigación. Sin embargo, los alimentos siguieron repartiéndose, y en ningún momento lo informó a la ciudadanía —porque prefieren enterrar la tierra debajo de la alfombra— hasta que se produjo la confesión de una ex trabajadora de FrioInca, Noemí Alvarado, a quien Demartini no se le ocurrió más que recomendar que le caiga el peso de la ley. ¿Por revelar todo un esquema de sobornos y para que se rompa la cuerda por el lado más débil?
Las denuncias se han ido sumando; nuevas y graves acusaciones se han producido sobre la actuación de la empresa FrioInca y su participación en el programa Qali Warma, obviamente en contubernio con malos funcionarios. En sus productos se habrían detectado hongos, aditivos no permitidos, materia negra (en apariencia heces de ratas), latas en mal estado, peso por debajo de lo requerido, entre otros. Todo para ahorrar costos y sacar más beneficios, a costa de la salud de los niños más necesitados.
Por otro lado, el médico Pedro Ripalda, Director Ejecutivo del programa, informó que sus proveedores no son los productores, sino operadores logísticos y acopiadores de productos. Por tanto, ellos no se relacionan con los fabricantes, sino con sus intermediarios. Otro talón de Aquiles que encarece el producto y resta conocimiento sobre la elaboración del mismo.
Además de la responsabilidad del MIDIS en la alimentación de calidad para los niños, ahora ha saltado la del Ministerio de Salud (MINSA), porque DIGESA, la Dirección General de Salud Ambiental, es la encargada de verificar su calidad y otorgar un Registro de Sanidad que es obligatorio para la venta de estos productos. Al respecto, el ministro César Vásquez recién ha salido a anunciar que realizará una purga en esta entidad a raíz del escándalo de Qali Warma.
Lo cierto es que, según Ripalda, en lo que va del año, se han producido 150 eventos de corrupción de esta clase, motivo por el que han enviado memorandos a 20 regiones advirtiendo del problema y también han desplegado equipos de inspección. Pero lo necesario era prevenir y no ponerse a llorar sobre leche derramada.
El ministro Demartini, tantas veces candidato a la alcaldía de La Perla por distintas agrupaciones políticas, sabe que es responsable político de esta red de corrupción. Por tanto, hace rato que debió renunciar por amor propio y no esperar la censura que, con toda razón, le debe aplicar la representación parlamentaria.
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