Elon Musk, considerado el hombre más rico del mundo y uno de los más inteligentes, creador del automóvil eléctrico, ha comprado en US$44,000 millones, la red social Twitter, la nueva “plaza pública digital”, donde corren los flujos de información en todo el mundo.
Una red social que ha influido, para mal o para bien, en el resultado de muchos procesos electorales; porque los estrategas del marketing político la han utilizado como una gran herramienta de propagando y de ataque a los enemigos políticos, no sólo en buena lid, sino contratando a sueldo a todo un ejército de “tuiteros” para que lleven a cabo esta misión, tantas veces utilizando las “fake news” o noticias falsas.
El cambio de dueño significa un cambio de reglas internas en esta red social; pero Elon Musk, adelantándose a lo que se podría mal interpretarse, ha dicho que las leyes de Twitter serán las mismas que las leyes de los países a efectos del derecho a la información y libertad de expresión; así como el derecho de los ciudadanos a que se respete su honor y buen nombre.
Aun así, tanto desde la Casa Blanca, como de la Unión Europea, han salido a advertir a Musk que debe respetar la ley de los Estados tanto en Europa como en Estados Unidos y que, si esta red bajo su dirección, se extralimita en el uso de la libertad de expresión, sería sancionado con altas multas, de acuerdo a la ley.
Una advertencia inusual que lo único que demuestra es que el establishment global quisiera que esta red digital de información y opinión siguiera manteniendo el sesgo ideológico, en favor de “sus causas” y que se censure a quienes en ella opinen lo contrario, como se ha hecho tantas veces; porque el principio de “a igual razón, igual derecho” no se ha respetado con frecuencia en ella.
Twitter es una de las redes sociales que más ha empoderado a los ciudadanos, porque les ha dado la posibilidad de informar y opinar, sin la intermediación de las grandes empresas tradicionales de comunicación. A lo largo de su historia, desde el 2004, se ha usado de forma correcta, como también incorrecta -en la medida que ha pasado el tiempo- tanto difundiendo “fake news”, como recurriendo al insulto y a la violencia verbal.
Cuando los especialistas en propaganda política y, después quienes manejan la información comercial y marketing, desde que la descubrieron, empezaron a usarla para sus propios fines y la empresa de Twitter respondió colocando un tarifario para este tipo de mensajes, especialmente.
Especialistas en comunicación y opinión pública, y muchos encumbrados políticos que, al inicio, se expresaban despectivamente sobre el uso de esta red social, después han comprendido que es la “nueva plaza pública”, sin la cual no es posible informar ni opinar de manera instantánea, a un público heterogéneo y numeroso.
En el Perú, campañas por la renuncia contra Merino, el NO a la vacancia de la controvertida ex alcaldesa Villarán, como el empoderamiento político de Vizcarra y Sagasti, han sido exitosas, en gran parte, por la utilización del Twitter. Pero, en todas ellas, los community managger contratados, para elaborar las campañas, se han valido de equipos de personas escondidas en el anonimato o seudonimato (bods).
El cambio más importante y beneficioso que ha anunciado Elon Musk es, precisamente, el de terminar con los “bods”, por tanto, el usuario debe tener responsabilidad o corresponsabilidad, por todo aquello que emite en esta red social y, en consecuencia, responder a la ley, si hiciera falta.
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