Si bien es el sector salud, el protagonista de la pandemia que nos afecta, hay otros que también han sido golpeados de manera directa e irremediablemente, sin que hayan recibido la debida atención por parte del gobierno, sino simples promesas. Nos referimos en concreto al sector educación, cuyo ministro permanece en el renovado gabinete, a pesar de que su comportamiento como tal, ha dejado mucho que desear.
La primera reacción del Ministerio de Educación frente al Covid-19 fue suspender las clases en todos los niveles y apostar por la educación a distancia por algunos medios masivos y la internet, pero se encontró con el obstáculo de la falta de preparación de los profesores en materia tecnológica para dar clases ‘on line’, la precaria conexión de los estudiantes, así como con la carencia de computadoras, laptops y tabletas para seguir las clases.
Pero, lejos de enfrentar los problemas, vimos a un ministro enfrascado, más bien, en atizar el fuego de los padres de familia de los colegios particulares que pedían descuentos de más del 50% de la pensiones escolares y universitarias, por el cambio de sistema de enseñanza de presencial a ‘on line’. De esta manera, quiso desviar la atención de su falta de manejo para mejorar la grave situación de la educación pública. Pero así, lo único que consiguió fue que los padres sacaran a sus hijos de los pequeños y medianos colegios privados, para darse con la sorpresa de no encontrar espacio en los públicos.
Pasado un mes del inicio del año escolar, las quejas de los padres de los colegios estatales arreciaron; porque tanto en el campo, como en varias zonas de las ciudades, los alumnos seguían sin recibir clases por las razones antes mencionadas. Fue entonces cuando el Gobierno anunció la compra de 960 mil tabletas para distribuirlas en las zonas rurales, las mismas que no sólo van a llegar tarde, sino tal vez nunca; porque la compra que se haría por 930 millones de soles para las mismas, ha sido observada por Contraloría, en tanto que la empresa proveedora tiene una serie de problemas por los cuales no podría cumplir con la entrega de las mismas.
Aun suponiendo que podrían haberse comprado las necesarias tablets, nos preguntamos: ¿cuándo se habrían repartido y, más aún, contarían con energía y conexión a la internet para su correcto funcionamiento? Vemos, por tanto, en un tema tan puntual como es la compra de herramientas escolares, una total desidia al punto que la compra se cae; pero también una falta de visión integral para fijarse objetivos y cumplirlos. ¿Es sano para el país, entonces, seguir contando con un colaborador así en el gabinete?
El problema de fondo es que, más que la eficiencia, experiencia y hasta sabiduría para manejar una cartera, tan fundamental, como es la de Educación, en los últimos años se ha optado por quienes aceptan seguir una “ideología educativa” exportada e impuesta ya en sistemas mecanicistas y materialistas que no tienen en cuenta a la persona humana en su integridad. Son ideologías emanadas desde las cúpulas internacionales del poder global, ávido de uniformizar e imponer una “hegemonía cultural” a lo Gramsci y que premia a los ex ministros haciéndoles un lugar en su seno.
La Educación pública en el Perú atraviesa uno de sus peores momentos, este año puede considerarse perdido; pero no mejorará porque más que construir buenos colegios, actualizar a los profesores y apostar por laboratorios tecnológicos, solo quieren imponer asuntos como la “ideología de género”.
Comments