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Fabiola Morales / ¿Vacunas contra la torpeza?


En la última conferencia de prensa que ofreció el Gobierno, el tema central fue el de la “vacunación contra el Covid-19”, un modo torpe de comunicar a la ciudadanía que ya no puede más, y por eso desea pasar la página, cambiar la agenda, como un modo poco disimulado de “tirar la toalla”, frente a la gestión y la lucha contra la pandemia.


Dicen los rankings de todo el mundo que estamos en el primer lugar, entre los países más afectados por la crisis sanitaria y la crisis económica. De esta realidad no puede culparse a la “historia”, cuando el Gobierno –por medio de su ex Ministro de Salud– por ejemplo, rechazó las ayudas de otras instituciones, tanto públicas como privadas, como es el caso de los Hospitales de Solidaridad (SISOL), en el momento que era preciso ampliar la atención primaria de la salud.


Tampoco puede culparse a la “historia” de la falta de hospitales, cuando todos escuchamos al actual Presidente en distintos escenarios –hasta en Supe– ofrecer la construcción y puesta en marcha “de por lo menos 80 centros de salud y hospitales para priorizar la calidad de vida de los peruanos durante el año 2019”. Sin embargo, acabó ese año, se nos vino la pandemia con un Gobierno que, apenas pudo levantar carpas y campamentos, en lugar de hospitales.


La falta de oxígeno para los afectados con el coronavirus es otro de los problemas que no ha podido manejar el Gobierno y, aunque el ex Ministro Zamora, lo haya querido ocultar en todos los idiomas, han sido muchas las Parroquias católicas en todas las regiones, los sacerdotes y los ciudadanos de a pie, quienes han salido a paliar la tragedia de la falta de oxígeno. Tanto con una buena gestión de fondos para comprar balones, como con un comportamiento ético de pequeños comerciantes como Luis Bertello y Mario Romero (+) que siempre lo ofrecieron a precio justo.


Tampoco tiene la culpa la “historia” de la ineficiencia en la adquisición de pruebas serológicas a mansalva, cuando lo que se necesitaba es pruebas moleculares, que tienen un mayor porcentaje de seguridad en los resultados. Se ha desperdiciado tiempo y dinero -de nuestros impuestos- en hacer estas compras innecesarias, cuando bien se pudo aprender de Corea del Sur y su exitoso control de la pandemia con pruebas seguras.


Por otro lado, la economía ha sido golpeada duramente, tanto por el mal manejo de la gran inversión, como por los obstáculos que se han puesto a la mediana y pequeña empresa que van desde la tramitología, los altos impuestos a unos pocos, hasta las marchas y contra marchas en la llamada cuarentena. Volver a prohibir la salida la población los domingos es una torpeza que afecta a los negocios que ya gastaron adaptándose a la “nueva normalidad”.


El anuncio de la entrega de bonos para la población más necesitada es otra promesa incumplida que sacude sus expectativas y su precaria economía, porque no se ha llegado ni a concluir con la primera fase por falta de data y de imaginación para encontrarla. Además, la manera tan desordenada en que los locales financieros empezaron a entregarlo, disparó sin duda los contagios.


Tampoco tiene la culpa la “historia” que los estudiantes rurales se hayan quedado sin tablet para sus clases, por la ineptitud del ministro de Educación; ni que la ministra de Economía esté en entre dicho. Ambos en salmuera, si aún queda un mínimo de decencia.


La vacuna anunciada por Palacio no funciona para olvidar torpeza, tras torpeza. Las conocemos bien.


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