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Fabiola Morales / Educación y populismo


(Publicado previamente en el diario Expreso)


Los retos del próximo Presidente del Perú son inmensos, uno de los más importantes, es el sinceramiento de la calidad de la educación estatal; porque los niveles en nuestro país, están bastante lejos de nuestros socios culturales y comerciales a nivel global. Así como la salud, la educación es una deuda que poseemos, sobre todo, con las últimas generaciones.


El desinterés actual por la Educación es tal que, con ocasión de la pandemia, el Ministerio, sin hacer un mayor esfuerzo ha ofrecido a los padres de familia, como la gran solución, una de las medidas más populistas que se pueda uno imaginar: que ningún estudiante pierda el año escolar, sea cual fuera su aprovechamiento que, como es lógico, será el más ínfimo en la medida que se trate de niños y jóvenes en situación de mayor pobreza y vulnerabilidad.


Una medida demasiado parecida a las que se toma cuando el Sindicato Único de los Trabajadores de la Educación (SUTEP) se declara en huelga interminable que afecta por supuesto a los estudiantes más pobres, porque les niega el derecho humano y constitucional a la educación; sin embargo, llegan a acuerdos con el Ministerio prometiendo que se van a “recuperar” las clases perdidas los fines de semana y feriados, lo cual a todas luces es insuficiente e irreal.


Esta decisión de validar un año escolar que no ha sido cursado con el debido aprovechamiento, por la gran mayoría, no ha producido la protesta de la ciudadanía, ni del Congreso de la República, ni de la Defensoría del Pueblo, cosa que llama poderosamente la atención; porque demuestra hasta qué punto, no se valora realmente el conocimiento, sino los resultados “utilitaristas” de poseer un certificado de estudios que “valide” haber cursado un año más, ya sea en la Educación Primaria o Secundaria, más no el nivel de instrucción de los estudiantes.


Llama la atención también que, los padres de familia, hayan aceptado esta decisión, hasta con algarabía y, ni que decir de los estudiantes mismos, muy comprensible para tal vez para muchos; pero que nos revela una sociedad cada vez más light, dispuesta a aceptar que, como dice el dicho, se le dé ”gato por liebre” siempre y cuando se le libere el peso de afrontar la verdad.


El Gobierno, a través del Ministerio de Educación, ofreció comprar más de un millón de tablets, las mismas que se deberían haber repartido en el mes de julio a los estudiantes rurales; pero se “cayó la compra”. Cabe recordar que la empresa que ganó la licitación se fundó con 10 mil soles de capital, con 16 trabajadores e incluso se acogió a la suspensión perfecta, según alertó en su momento Contraloría.


En el mes de agosto, se anunció nuevamente que, a partir de octubre se repartirían tablets a los escolares, llegando a asegurar que los dispositivos digitales tendrían 35 aplicaciones y que contarían con un ecosistema digital de aprendizaje. Esta vez se ha asegurado que se repartirán 1millón 50 mil para docentes y estudiantes. Ojalá sea un milagro de octubre; pero que, en cualquier caso, llegaría demasiado tarde, como un regalo de Navidad para quienes no pudieron tener acceso a la educación en este año.


Muy distinto ha sido el panorama en la mayoría de colegios particulares que sin embargo tuvieron que sufrir en varias ocasiones, los picotazos del Ministerio, más preocupado de fiscalizar la educación de calidad, que aquella que ofrece el sistema estatal, cada vez más mediocre.


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