En medio del escándalo por el gasto de 31,419 soles en dulces y cupcakes, en tiempos de la pandemia, el gobierno puso sobre la mesa el tema de las elecciones; al menos, la ministra de Salud afirmó que podrían llegar a aplazarse, debido a la actual situación de emergencia sanitaria, por el recrudecimiento de los infectados de Covid-19, que ha dejado a los hospitales y clínicas del país, sin camas UCI.
Este peligro, lo advertimos desde hace tiempo en esta columna, porque lo que percibimos son las ganas del gobierno del Partido Morado, en replicar y quedarse en Palacio, sacando la vuelta y con cualquier pretexto; como lo hizo el propio Julio Guzmán, arengando a los ciudadanos a salir a las calles -supuestamente- en contra de la vacancia del expresidente Vizcarra.
La astuta estrategia política de los Morados y sus aliados tiene que ser vista de manera panorámica, porque están jugando al ajedrez de manera burda, mientras tratan de distraer a los votantes con fuegos artificiales. Nadie puede negar que el actual Presidente de transición y emergencia, como el mismo se denomina, es un Morado de pura cepa, candidato él a la vicepresidencia junto con Guzmán, candidatura a la que Francisco Sagasti tendría que renunciar, al menos.
Por tanto, Guzmán es parte del actual gobierno, al que ayudó a llegar a Palacio con triquiñuelas y mentiras; tal como lo hizo cuando escapó del apartamento donde se produjo un incendio entre globos de corazones y, como lo repitió, montándose en el caballo de los canales de televisión para arengar a las masas “contra la vacancia”, supuestamente, cuando en realidad su objetivo era sacar a Vizcarra, para sentar a su mano derecha en el sillón de Pizarro, como lo hizo, desprestigiando a un Manuel Merino, entonces presidente del Congreso. Un jaque a la reina.
Por tanto, no es descabellado pensar en que los Morados están buscando la manera de seguir en Palacio, por eso, lanzaron las declaraciones de la ministra Mazzetti, para “probar” la reacción de la ciudadanía y, como vieron que “se quemaban”, han corrido otra vez a los medios para negar en todos los idiomas el supuesto incumplimiento del cronograma electoral: “Aprovecho para reafirmar -ha dicho Sagasti- que pese a la difícil situación de la pandemia, es compromiso del presente gobierno, llevar a cabo las elecciones como se han previsto, 11 de abril en primera vuelta y, si se requiere, 6 de junio una segunda vuelta.”
Mientras tanto, los Morados, en lugar de tener la decencia de no presentarse a las elecciones, como sucedió con el partido de Valentín Paniagua, también Presidente de un gobierno de transición, están probando distintos escenarios, para quedarse en Palacio. ¿Con Sagasti de vicepresidente y con los mismos de siempre? Nadie se los ha preguntado.
Es momento de abrir los ojos y defender un mínimo de democracia en honor al Bicentenario de la Independencia del Perú. Es necesario advertir que se está sacando la vuelta al sistema electoral en nuestras narices. La ley no admite la relección presidencial, pero los Morados están en campaña, con sus correligionarios en el Gobierno, para repetir el plato y “¿reelegirse, sin reelegirse?”. Ya le dieron jaque a la reina, sentando a Sagasti en el sillón presidencial, ahora se preparan para el zarpazo final y dar el jaque mate.
Están todos advertidos.
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