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Fabiola Morales / Banderas a media asta


(Publicado en el diario Expreso)


Ha tenido que cambiarse al titular del Ministerio de Salud, para que el Gobierno empiece a reconocer que las cifras de fallecimientos por Covid-19 en el Perú, sobrepasan largamente a las que a diario se difunden oficialmente: No superábamos los 14 mil fallecimientos un día, y al siguiente, nos sorprendieron con que habíamos llegado a los 17 mil cuatrocientos cuarenta.


Fue entonces cuando los medios “abrieron” con esta noticia y la Contraloría General de la República convocó a una conferencia de prensa para anunciar que empezará a investigar los decesos reales, porque: “es derecho de la ciudadanía saber cuál ha sido el costo, en términos de vidas humanas que ha dejado la tragedia del coronavirus en el país”.


Muy bien, aplausos; pero hemos tenido que llegar recién a fines del mes de julio para empezar a reconocer esta abultada cifra de fallecimientos cuando recordamos muy bien que fue en mayo cuando la consultora Vox Populi advirtió de este desfase y lo ha hecho en siete sucesivos estudios que ha difundido constantemente.


En esos estudios se demostraba que el Perú, lamentablemente, lideraba en América Latina el porcentaje de personas por millón que habían perdido la vida a causa de esta pandemia y que, además, como también lo hicimos notar en esta columna, las pruebas serológicas aplicadas a la población a mansalva, no informaban la verdad sobre el número de infectados, por la sencilla razón de que no arrojan resultados en la fase inicial de la enfermedad. Por tanto, las pruebas que el Gobierno debió haber adquirido son las pruebas moleculares que sí ofrecen seguridad.


Como lo aseguró, también, Vox Populi -en uno de sus cálculos, siempre basados en cifras de la Universidad Johns Hopkins- el Perú ha llegado a superar a Brasil en número de muertos y en número de contagiados por millón. En un momento hubo 382 muertos por millón en Perú y 361 en Brasil; mientras que los contagiados fueron de 10 mil trescientos por millón en nuestro país y 9 mil cuatrocientos en Brasil.


Cuando en reiteradas oportunidades, se hacía referencia a que el número de fallecidos por exceso llevaban a calcular en 45 mil los muertos, el Gobierno respondía que “todos los países tenían subregistros”, argumento que no solo nos recordaba el refrán: “mal de muchos, consuelo de tontos”; sino que, a diferencia de los demás, en nuestro caso, el subregistro alcanza el 150%, mientras en otros lugares no pasa de 50%, como mucho.


En una de sus últimas entrevistas, el director de Vox Populi, Luis Benavente, ha mostrado una proyección de más de 50 mil fallecimientos para el 31 de julio y 63 mil para noviembre, asegurando también que ahora sí podemos estar llegando a la tan anhelada meseta que, como vemos, estaba mucho más alta de los cálculos del Gobierno.


El sinceramiento de las cifras que nos muestre la real medida del costo en vidas de esta pandemia es urgente, los ciudadanos no merecemos ser engañados en momentos tan críticos como éstos, más aún cuando ya hemos entrado a la tercera fase del levantamiento de la cuarentena y la conducta de las personas tiende a relajarse.


La apertura de restaurantes, bares y discotecas nocturnas son reiterados pedidos que se hacen al Ejecutivo; el espíritu de las Fiestas Patrias pide celebración, como si se tratara de un año cualquiera, por este motivo y por transparencia, no se puede esconder la verdad. Este año no estamos para izar banderas a tope, sino a media asta, en señal de duelo.


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