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Ernesto Gamarra

Ernesto Gamarra / Cobraron y no se pasaron (3 de 5)  

Los que también cobraron, pero no se pasaron 

 

Ante la Comisión que investigaba a Montesinos, Pennano aceptó haber tenido tres reuniones con este, entre mayo y junio del año 2000, a las que asistió acompañado de Óscar Doufour y en las que rechazó la oferta tentadora de 350 mil dólares por incorporarse a la bancada del gobierno —que estaba formando el asesor del servicio de inteligencia— y también, ser nombrado Ministro de Economía, diez mil dólares mensuales y la promesa de que sus juicios pendientes serían resueltos favorablemente. Como no aceptó, según él, ninguno de los ofrecimientos de Montesinos este, al despedirse, lo hizo con la siguiente frase: “El futuro del país va a partir y usted se está quedando en la estación”. Esta conversación según Pennano, la puso en conocimiento de Fernando Olivera Vega jefe del partido por el que había postulado. 

 

A los problemas originados por sus reuniones en el SIN y las versiones de la entrega de dinero, se sumaron las denuncias de campesinos que sostenían haber sido estafados por Pennano. Esos cargos le acarrearon una condena que cumplió en el penal de Picsi en la ciudad de Chiclayo al norte del Perú de donde salió el año 2005. Hoy se desempeña como Director de la Escuela Profesional de Administración de Negocios de la Universidad Privada San Juan Bautista que, tal como relatáramos, es del también ex congresista fujiconverso Elías Ávalos. 

 

Igualmente, estuvo en esta lista JOSÉ LUNA GÁLVEZ, elegido congresista por el partido Solidaridad Nacional, quien fue llevado al Servicio de Inteligencia Nacional por el doctor David Mejía Galindo, también asesor del SIN, y ex viceministro del Interior del gobierno de Fujimori. A Montesinos le pareció muy peculiar el caso de Luna Gálvez porque, siendo un hombre adinerado, aceptó firmar el documento de sujeción al partido de Fujimori por siete mil dólares. 

 

Ante la comisión, Montesinos dio detalles de la historia del recibo firmado por Luna Gálvez, el cual fuera entregado para su custodia a Rafael Merino Bartet, su segundo en el SIN, y que serviría dicho recibo, de modelo para los siguientes congresistas. Ese documento original, según Montesinos, fue entregado por Rafael Merino al entonces procurador José Ugaz, aunque luego Merino brindaría explicaciones confusas y se retractaría de su declaración inicial. 

 

Sobre este punto, tenemos necesariamente que explayarnos. Cuando yo integraba la comisión que presidía David Waisman, donde se investigaba a Montesinos, uno de los asesores de la comisión, Wilfredo Ponce de León Pandolfi, me informó de manera reservada que Rafael Merino Bartet quería reunirse con los miembros de la comisión investigadora, pero no oficialmente. Además, pedía que no estuviera presente la congresista Anel Townsend, ya que la pareja de esta y también asesor de la comisión, Guillermo Gonzáles Arica, era, según Merino, el que informaba todo lo que ocurría al interior de la comisión a la revista Caretas. 

 

Consulté con Waisman y con los otros miembros de la comisión, salvo con Anel Towsend, y estuvieron de acuerdo en reunirse con Merino. Acordamos llevar a cabo dicha reunión en mi casa el 19 de octubre del año 2000. Ponce de León se encargó de avisarle a Merino, con quien incluso tenía vínculos familiares que se remontaban a parientes comunes en la ciudad de Pacasmayo, La Libertad. 

 

Merino llegó 30 minutos antes de la hora fijada en compañía de Ponce de León, justificando esta anticipación con la intención de darme un “regalo”. Este (y así lo dijo expresamente) consistía en la información acompañada de documentos que probaba cómo en el SIN, en una reunión con vocales de la Corte Suprema, se había resucitado un proceso judicial en mi contra luego de seis años. En dicho proceso ya se había declarado que yo no tenía responsabilidad alguna y que ni siquiera había participado en los hechos denunciados. 

 

Cuando estuvimos todos reunidos (Waisman, Chang Ching, Amorín, dos asesores, Ponce de León y yo), Merino comenzó a relatar todo lo que supuestamente sabía de los congresistas que recibieron dinero de Montesinos para pasarse a las filas del gobierno; o, sin pasarse, brindar su apoyo. Conforme iba mencionando los nombres, entregaba copias fotostáticas de los supuestos recibos que los congresistas comprados por Montesinos habrían firmado. Sin embargo, ninguno, salvo el del ex congresista Gonzáles Inga, estaba firmado. 

 

En esa misma reunión, Merino nos informó que venía desde hacía unas semanas teniendo conversaciones con el procurador José Ugaz, a quien le había informado lo mismo que nos estaba relatando a nosotros y entregándole la misma documentación. Idéntica versión dio meses después ante la comisión del Congreso de la República que presidía Daniel Estrada. 

 

Sin embargo, en enero del 2002, el procurador adjunto, César Azabache, envió a la subcomisión Estrada una carta fechada en octubre del 2001 en la que Merino se rectificaba y afirmaba que nunca había entregado un documento del congresista José Luna Gálvez. Esto despertó las sospechas del congresista Estrada y de todos, ya que a nosotros nos había dicho lo contrario. Estrada recordó que, en reiteradas oportunidades, Merino había asegurado, ante las autoridades judiciales, e incluso ante comisiones del Legislativo, que había entregado un recibo original con firma y huella digital del congresista Luna para su pase a las filas de Perú 2000. ¿Qué razones llevaron a Merino a no recordar dónde estaba el recibo original firmado por Luna Gálvez? Los inmuebles, que luego se descubrieron que tenía, podrían darnos un indicio. 

 

En su instructiva ante el juez Peña, Montesinos había dicho básicamente lo mismo sobre la reunión con Luna Gálvez; con el añadido de la vinculación que existía, sin precisar cuál, entre Luna y David Mejía Galindo. Este último no había participado en la reunión, es decir, luego de presentarlos, salió de la salita en donde los dejó a solas haciendo su arreglo. 

 

Luna siempre ha salido bien librado de todas las investigaciones y procesos a los que se ha visto sometido. Y a las pruebas me remito: Según dio cuenta el diario El Comercio, en su edición del 4 de marzo del 2004, estando suspendido de sus funciones de congresista, circulaba Luna Gálvez la mañana del día anterior en su vehículo por la avenida Petit Thouars, cuando el suboficial de la PNP, Walter Ruíz Lizama, le ordenó que se detenga por tener más quince mil soles de multas por infracciones de tránsito. Sin embargo, no solo hizo caso omiso a la autoridad, sino que fugó y atropelló al policía. Pese a los delitos cometidos, entre los que se encontraba el de lesiones causadas a una autoridad, ni siquiera tuvo que presentarse a la comisaría y, por supuesto, menos ante un juez. Fue absuelto por el Poder Judicial y regresó al Congreso como si nada hubiera pasado. 

 

Como dato curioso, esgrimido en su defensa, y al parecer con éxito, dijo que la señora Pinchi Pinchi lo había confundido con Acuña Peralta, con quien, en efecto, guarda un parecido no solo físico. Tanto le sirvió ese argumento, que incluso alcanzó para que, tanto él como su cuasi gemelo Acuña, terminaran absueltos. 

 

En los hechos, no cabía tal confusión. Mientras que a uno Montesinos afirmaba haberle dado siete mil dólares, al otro, o sea Acuña, los testigos hablan de que recibió diez mil; asimismo las circunstancias de las visitas eran totalmente distintas, recordándose que Acuña no se contentaba con el dinero sino que insinuó la posibilidad de que lo nombraran ministro, a lo que Montesinos socarronamente no accedió.

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