Se ha iniciado ya la época de las campañas políticas para las Elecciones Generales 2020-2025, a fin de elegir Presidente de la República y representantes al Congreso de la República. Es por tanto pertinente, refrescar la memoria sobre algunos detalles menos conocidos del proceso electoral.
Los candidatos a la Presidencia de la República, deben presentar una plancha conformada por él mismo y dos personas más, que lo acompañen como primer vicepresidente y segundo vicepresidente. Éstos deben ser -obligatoriamente- un varón y una mujer alternadamente. Si el candidato a la Presidencia es varón, debe llevar a una primera vicepresidenta y a un segundo vicepresidente. Si es mujer, el orden cambia.
La lista de candidatos al Congreso de la República -obligatoriamente, también- deben alternar varones y mujeres de manera consecutiva. Por tanto, más que ofrecer oportunidades a las mujeres para participar en una contienda política, la ley electoral está exigiéndoles candidatear, porque de lo contrario, las listas no serán aceptadas. Cuando este acto debe ser voluntario.
Por otro lado, se mantiene el voto preferencial que debilita el rol del partido político, ya que, aunque éste coloque en los primeros lugares a sus mejores cuadros, no les asegura una mayor posibilidad de éxito electoral. Dependerá de las veces que los ciudadanos coloquen su número en las boletas electorales, que un candidato pase del último lugar al primero, eventualmente.
Este, también, es el motivo por el que se produce tanto transfuguismo en el Congreso, con la consiguiente atomización de las bancadas que debilita su poder y dificulta el diálogo y, sobre todo, obtener consensos. Pero también, convierte al Parlamento en un escenario imprevisible y de fácil manejo externo.
El voto preferencial, en la práctica, además de debilitar la democracia interna de los partidos, también produce división y hasta enfrentamientos entre los candidatos de una misma lista que, lejos de abocarse a una campaña electoral ordenada y unitaria, los enzarza en una batalla individualista por posicionar su número y hasta olvidarse del candidato presidencial y del partido.
Cabe recordar que si el partido político y su candidato presidencial no obtienen el suficiente respaldo en votos pierden todos, porque el número de curules en el Congreso de la República depende del peso específico de los mismos. Este es el motivo por el que algunos candidatos teniendo mayor votación que otros de partidos distintos, no han logrado entrar al Congreso; mientras esos otros con menor votación han ganado.
Es por eso perverso, tanto el voto preferencial, como el llamado “voto cruzado” que ofrece confianza a un candidato presidencial, de un partido y a un candidato al Congreso, de otro. El candidato a la Presidencia de la República es la locomotora que arrastra todo el tren; por tanto, lo más inteligente es apoyarlo descartando el voto cruzado y superando la angurria que produce, tantas veces, el voto preferencial.
En consecuencia, para apoyar una candidatura al Congreso es necesario votar en bloque, por la candidatura presidencial de su partido político y, además, colocar el número que le ha sido asignado en la lista. De lo contrario, le restará enormes posibilidades de éxito.
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