En las dos anteriores entregas (de la 1 a la 10), notamos falta de liderazgo y planificación a nivel estratégico, y demora en las medidas clave para combatir el COVID-19; así como falta de conocimiento y preparación institucional, y falta de disposición para coordinar y mejorar, y de claridad en la información oficial. Lección 11: Falta de organización Sin planificación plena en el Ejecutivo (MINSA tuvo un plan en febrero), se notó una desorganización en la asignación de responsabilidades (en el Aeropuerto, hubo controles estrictos a las dos semanas del ingreso del paciente cero al país). Lección 12: Falta de cronogramas y responsables No se pudo organizar a tiempo las tareas, ni cronogramas y responsables en forma concordada. Un esfuerzo que ayudó fue la Comisión Multisectorial, pero fue insuficiente, pues ya habíamos ingresado a la etapa operativa. Lección 13: Normas: Profusión en el marco de la excepcionalidad Ante la inminencia de la expansión de la enfermedad, se redoblaron esfuerzos para organizar el combate contra ella. El Ejecutivo aprobó entre febrero y marzo, más de 50 normas, y en lo que va de abril más de 100. Sumando las normas de entidades autónomas y territoriales, pronto superaremos las 400 normas legales. Lección 14: Oportunidad versus precisión Se redobló el trabajo de los equipos técnicos para reaccionar (poca proactividad) a las ideas para sobrellevar la emergencia. Publicadas las normas, se requirió algunos ajustes o precisiones para su correcto entendimiento o mejor aplicación. Lección 15: Implementación de las disposiciones Con Decretos de Urgencia (sin Congreso) y facultades delegadas, el Ejecutivo ha podido actuar rápidamente en este punto, destacando el Ministerio de Economía, que puso a disposición los recursos necesarios para la ejecución. En esta entrega, tenemos una deficiente planificación táctica y operativa, que nos llevó a una deficiente coordinación, pero en un marco propicio para aprobar normas que luego contaron los recursos suficientes para su ejecución.
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