Hablando de la capacidad de defensa que debe poseer un país, debemos tener clara la necesidad de contar con unas fuerzas armadas tecnológica y militarmente equipadas, con personal altamente capacitado, con un servicio de inteligencia capaz de asumir cualquier tarea, sea operativa, táctica o estratégica, sin importar el dominio donde le toque actuar (tierra, aire, mar, espacio y ciberespacio).
Y en ese contexto, la adquisición de material y equipos bélicos, con tecnología de punta, es sumamente relevante, si es que se busca ser un país con capacidad de disuadir a cualquier otro. Hay que recordar siempre que, en la historia, jamás se ha atacado a un país que puede hacerle frente a un oponente.
Nadie, en su sano juicio, quiere iniciar un conflicto, pero si no se está preparado para defenderse, es muy probable que uno se vea inmerso en una guerra que no ha buscado. En las relaciones internacionales se sabe que entre países no existe la amistad, solo intereses comunes, los cuales pueden, de un momento a otro, cambiar.
Por todo ello, no veamos la adquisición de armamento (en este caso de aviones militares) como “un gasto”, sino empecemos a verlo como una inversión que apunta a mantener un equilibrio militar estratégico en la región y que nos asegura una paz duradera.
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