Todo país que busque la paz, debe tener capacidad ofensiva. Jamás se le declara la guerra a un país que tiene capacidad de defenderse y posibilidades de ganar. A nivel internacional, los países no tienen amistades, tienen intereses. Cada país busca su espacio vital para desarrollarse.
Entre países se vive en un permanente estado de naturaleza, por lo que un país debe prepararse para cualquier escenario, incluso el no deseado. En pleno siglo XXI los conflictos armados, por desgracia, siguen siendo una realidad de la que ningún país está excepto.
Cuando un país envía a su embajador a representarlo en el exterior, sin que se muestre gráfica y expresamente, detrás de él lo acompañan sus fuerzas armadas. Nadie se sienta a “negociar” con un país débil, al que saben que pueden derrotar. No existe, por lo tanto, el llamado “gasto militar”, sino “inversión en defensa”.
La inversión militar no es posible hacerla cuando se presenta el conflicto, sino que debe programarse y llevarse a cabo antes, anticipadamente, con una visión prospectiva, ya que no solo se trata de simple adquisición de equipos y armamentos, que además suelen no estar disponibles en el mercado de forma inmediata, sino principalmente de trata de capacitación y entrenamiento del personal militar en el uso de tales equipos.
Ningún país, por sentido común, quiere la guerra, pero, haciendo uso del mismo sentido común, la única vía para lograr que dicha paz sea permanente, es prepararse para cualquier escenario, incluso el no deseado. Recordemos aquella frase que sigue vigente: “quieres la paz, prepárate entonces para la guerra”
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