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César Molleda / “Lo que nos queda por hacer”

La competitividad y la innovación son elementos críticos que dependen de la decisión de la alta dirección para que sean implementadas y lograr el sostenimiento y desarrollo de las empresas. No miremos hacia el pasado (que ya no existe) de lo bien o mal que le fue a la empresa, visionemos el futuro de la empresa preguntándonos: ¿Cuáles son las decisiones que se deben de tomar para continuar en la senda del sostenimiento y desarrollo?


Tener presente que en otros tiempos el factor decisivo de la producción era la tierra y luego el capital, hoy en día ese factor es el hombre mismo, su conocimiento, su voluntad decidida acompañada de un esfuerzo constante y una gran dosis de optimismo inquebrantable, a pesar de los desalientos que puedan presentarse, en una palabra, perseverancia.


Por otro lado, el sostenimiento y desarrollo de las empresas se logrará cuando estas sean eficientes y competitivas, siendo estos dos puntos neurálgicos y para alcanzarlos, las empresas deberán crear las condiciones internas necesarias, considerando además que la competitividad no es un fin, sino un mecanismo para generar mayores fundamentos de sostenibilidad y crecimiento. Asimismo, hoy las empresas deben producir más con los mismos recursos y lograr obtener mayores ingresos, esto último precisamente es innovar.


Si bien es cierto que son los clientes los que deben generar incentivos para la innovación, a través de la sofisticación de la demanda, hoy esta prerrogativa la deben tener las propias empresas, con el fin de garantizar su sostenimiento y desarrollo, en caso contrario está destinada a desaparecer en el tiempo. De manera adicional, debemos tener presente que, en un período corto, las empresas deberán empezar a amortizar la deuda contraída en el programa Reactiva, por ello su planeamiento debe ser fino, concreto, con objetivos claros, en donde toda la organización se encuentre comprometida.


Ahora veamos hacia afuera, hoy el mercado exige a las empresas tener procesos productivos más eficientes, siendo por ello que estas deberán estar en busca de menores costos y sinergias que le permitan tener productos o servicios de mayor calidad, con menor costo e inversión. Una herramienta que las empresas deben evaluar con seriedad, a pesar de que ha sido satanizada, es la tercerización (outsourcing), por cuanto bien conceptualizada puede dar muy buenos resultados, haciendo a una empresa más competitiva en un mercado como el actual, sumido en una recesión que solicita productos y servicios a menores precios.


La tercerización debe ser entendida como la externalización de determinadas actividades de una empresa o la descentralización de la mano de obra en una tercera parte, donde este tercero denominado el subcontratista u outsourcer realiza un producto o servicio específico.


De lo que se trata es de delegar, confiar y entregar ciertas funciones u operaciones a un tercero, que a partir de ese preciso momento se convertirá en un proveedor, y con ello la empresa contratante ya no tendrá que dirigir ni controlar al personal, sino muy por el contrario deberá exigir a su proveedor resultados, es decir, un eficiente producto o servicio con el nivel de calidad acordado y a un precio pactado, dejando de esta manera en manos expertas la administración y el manejo efectivo de ciertos procesos, permitiendo con ello reducir costos, reorientar los recursos internos (tan escasos hoy en día) o mejorar la calidad, obteniéndose una mejora en el nivel de competitividad, sin embrago, se debe tener mucho cuidado en salvaguardar el “core business” o corazón del negocio.


Es por ello que el primer paso que se debe dar para implementar esta herramienta, es conocer perfectamente todas y cada una de las unidades de negocio de su empresa, en especial la determinación de su “core business”, para luego empezar a descubrir en cada una de ellas la posibilidad de buscar en el mercado a una empresa con la cual se firmaría un contrato de tercerización. Sin embargo, en este análisis se deberá tener presente no sólo el grado de inversión que su empresa requerirá para mejorar su proceso productivo (en costos o calidad), sino también el período de maduración que le tomará alcanzar el nivel deseado, además de determinar cuáles son los costos ocultos inherentes a este cambio, que entre otros se puede mencionar, los que una empresa asume durante la trayectoria de la curva de aprendizaje, teoría tan conocida, pero a su vez tan poco utilizada.


Tampoco se debe perder de vista que la tercerización supone un fuerte impacto en las relaciones laborales, siendo por ello necesario analizar las implicancias que podrían derivarse de esta decisión, con el fin de diseñar una estrategia adecuada que le permita minimizar el impacto que tendrá en sus trabajadores.


Todo este análisis deberá hacerse en aras de contribuir a que la empresa logre conseguir una mayor competitividad, sin romper la armonía que siempre debe existir entre todos los involucrados. No debemos olvidar, que existen oportunidades en las cuales son necesarias las decisiones rápidas, mas no apresuradas, para no tener que modificarlas luego.


Cabe resaltar, que en ellas se refleja la visión de responsabilidad que se tiene frente a los negocios y a la sociedad. Sin embargo, también es muy importante recordar que una decisión correcta, no es resultado de una improvisación generada por presión y por la confusión de síntomas con problemas reales, sino por el contrario, es el resultado de un acertado análisis basado en metodologías actualizadas y oportunas, a fin de obtener los objetivos planeados.


¡Gracias y éxitos…!!!


César Molleda Solis

cmolleda@pucp.edu.pe

El autor es: Director Independiente y consultor en mejoramiento y reestructuración de empresas. Especialista en temas económicos y financieros.


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