Con la aparición de la Globalización el “Made in” está perdiendo su significado, ya que este proceso global nos hace perder de vista, y también resta importancia, al hecho de que la manufactura en “algún sitio” nos proporcione una certidumbre del lugar de origen y en cierta forma de la calidad de los productos.
Y es que cada vez más estamos viviendo una especialización globalizada. Ya no sólo se especializan las líneas de producción en una fábrica, o la misma empresa sino más bien la especialización ahora es a nivel mundial entre los países. Muchas organizaciones han diversificado su producción, ya sea por cercanías a mercados, materias primas, tecnologías apropiadas o costos de mano de obra. Un ejemplo es el AIRBUS, cuyos componentes se fabrican en diferentes países de la comunidad europea, para finalmente ensamblarse en Francia.
En este sentido, podría ser entonces, más apropiado modificar el “Made in” por un “Made by” (hecho por) que distinga la procedencia a través de la marca (Branding). En este caso se indicaría el “quien” lo hizo y no el “donde” se hizo. Ejemplos de ello son diferentes marcas mundialmente conocidas como Beneton o, cómo en el caso de, GAP en que los principales proveedores y fabricantes son chinos o peruanos (TopyTop).
Y es que antes, el “made in” representaba la garantía de la confección. Por ejemplo, un producto Made in China no necesariamente representa, en la mente del usuario final, un sello de calidad y en muchos casos haría perder posicionamiento del producto; ya que la percepción que el cliente tiene sobre el producto -aun cuando éste haya sido fabricado por encargo de una firma alemana- es diferente al sello de “Made in Germany”, que a los ojos del cliente tiene otra connotación.
Sin embargo, aún podría hacerse una distinción adicional ya que el “hecho por” puede también atomizarse a través de un conglomerado empresarial, normalmente conocidos como “clusters” los cuales mediante una alianza (joint venture) acometen la fabricación de diferentes sub-productos para ser finalmente acoplados en una tercera empresa. En este caso, talvez, el término de “ensambled in” (ensamblado en) para determinar procedencias geográficas o “ensambled by” (ensamblado por) podrían ser más apropiadas.
Y todo esto para tener un grado de certeza más preciso sobre la calidad -no sólo del producto sino también del proceso de fabricación del mismo- que nos garantice a los usuarios un producto ético, que responda a las características ofrecidas así como también al “compliance” de aquellas normas que salvaguardan la responsabilidad social tales como el “Corporate Environmental Image” (CEI) o el “Social Accountability” (SA) que apuntan hacia el análisis del ambiente social en el cual fue desarrollada la producción.
Pero también es necesario puntualizar que el “made in” incorporaba antiguamente el concepto de la innovación, creación y desarrollo del producto, es decir, el “created in” (creado en). Ya que el hecho de fabricar un bien era indisoluble de la creación del mismo. Este aspecto también se ha visto trastocado por la dinámica del entorno actual, de esta nueva economía, que aún no acabamos de entender y que requiere revisar muchos aspectos de la nomenclatura o legislaciones pertinentes a las viejas prácticas empresariales.
Además, el concepto de “creado en” -ahora separado del “hecho en”- nos hace ver con mayor énfasis la importancia estratégica que la Investigación y Desarrollo tiene sobre la fase de Producción o Comercialización de los productos, sean estos bienes o servicios. Quien maneje el concepto de “created in” tiene la verdadera llave del negocio. La verdadera ventaja comparativa.
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