Aprendí el concepto de Oportunidad/Peligro, según la perspectiva oriental de Crisis, del ilustrado Richard Web (1) en uno de sus acertados y brillantes artículos que se hacen extrañar. “La oportunidad que nos brindan los peligros y el peligro de no percibir las oportunidades”, podrían resumir esta novedosa acepción del término. Novedosa en el sentido que Rose Bertin (2) decía: “Lo único nuevo es lo que hemos olvidado”.
Asustados ahora por la crisis del dólar volátil, nos circunscribimos a ver el panorama desde la óptica del “medio vaso lleno/vacío” y enmarcados “dentro de la caja”, no visualizamos el panorama completo. Sin analizar, las causas y orígenes de la subida del dólar en nuestro reducido panorama económico, ya sea este aumento debido a expectativas, especulaciones, acaparamientos, desconocimiento o pánico “mediático”; debemos miran en lontananza lo que está sucediendo en el plano internacional.
Mientras en El Perú el dólar se fortalece, depreciando nuestra moneda, en el exterior el dólar se deprecia ante monedas de economías más fuertes; ya sea por “emisiones inorgánicas del papelito verde o por el respaldo en oro macizo de las grandes economías industriales” (3). Dejaremos, por ahora, este análisis y discusión de las causas a los expertos sobre estos temas.
La oportunidad, de esta crisis, desde el punto de vista del sentido común (¿?) de un lego -en tan intrincadas materias - sería un simple análisis un poquito más globalizado para ver cómo influye en nuestra economía y que oportunidades pueden generar en nuestro país. Partamos primero, desde el punto de vista de los Importadores que se sienten y están afectados relativamente en forma negativa, aunque sus mayores costos los trasladan sin hesitaciones a los consumidores finales, ya que se encarecen sus insumos extranjeros que no producimos; sea por falta de “Know- How”, tecnología o simplemente para generar escudos fiscales sobrevaluando los costos para dejar alguito afuera “porsiaca”.
Veamos la otra cara de la moneda. Los exportadores están de plácemes. Por dos razones, primero el dólar alto les produce más soles para cumplir con sus obligaciones nacionales, mayormente salariales y costos operativos en moneda nacional. Una segunda razón es que, sin darse cuenta sus productos, en el extranjero tienen menores costos relativos en el mercado mundial, pudiendo sin alterar la demanda subir sus precios en dólares, sin que sus costos locales aumenten y/o mejorar el volumen de ventas siguiendo los consejos Sam Walton (4) de ofrecer calidad a “Siempre Precios Bajos, Siempre”, para aumentar los ingresos sin alterar los márgenes de ganancia y capturar una mayor proporción del mercado exterior.
Ahora, es posible pensar en un nuevo segmento de oportunidades: la “Sustitución de Importaciones Libres y de Mercado Competitivo”. Sin caer en nefastas experiencias de antaño que fueron constreñidas por un estado regulador. Gran error cometido por la Revolución Velasquista y otros imitadores foráneos, que prohibían la importación de aquellos productos que se fabriquen en el país, y que llevo a muchos “empresaurios” a solicitar prohibiciones de ingreso de lo que ya se producía localmente. No obstante, eran en la mayoría productos “bamba”, sin la calidad y cantidad necesarias para abastecer un mercado en expansión, que burlando las “exigentes revisiones” de las venales y “aceitadas” autoridades que imprimían ukases administrativos que eran usados por estos malos fabricantes como “patentes de corso” industriales.
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