Durante muchos años, talvez desde que desnaturalizamos el aprendizaje sometiéndonos, desde una tierna edad, al entorno de la Estimulación (¿Manipulación?) Temprana. El conocimiento se ha trasmitido uní-direccionalmente del maestro al discípulo. Recordemos que George Bernard Shaw decía que “a la temprana edad de 7 años, interrumpí mi educación para ingresar al colegio.”
Profesor luz; alumno tinieblas. Yo explico, Ud. copia, después repite y yo soy el juez inapelable. Y henos aquí esforzándonos por memorizar, repetir, salir airoso de las preguntas capciosas (que el “profe” guardaba celosamente como un tesoro para enrostraron nuestra ignorancia). Luego, y si aprobamos viene el “uf” de alivio y el “qué suerte tuvimos” para después olvidar lo memorizado y nunca realmente “aprehendido.”
Claro que también existían reforzadores para estimular el aprendizaje. Ya sean los antiguos métodos del “la letra con sangre entra” (palmeta, varillas en “non-sancto” sitio ´al rincón quita calzón´, jalada de patillas y otros etcéteras que no quisiera recordar). O los más modernos (y con huellas físicamente menos visibles) como la larga lista de los métodos de persuasión o castigos psicológicos actualmente en boga.
Rigurosidad, exigencia, seriedad, intolerancia, entre otros, han sido los atributos de la enseñanza académica de “excelencia”. La educación seguía siendo una típica enseñanza escolarizada, encasillada en paradigmas ortodoxos, donde el maestro enseña teorías y el alumno no aprende, necesariamente, cosas prácticas.
Un antiguo y sabio profesor nos decía en su primer día de clases “nada puede ser enseñado” y dejaba a sus perplejos alumnos burlados, confundidos, desconcertados o frustrados. ¿Cómo podría ser posible –nos preguntábamos – que nada pueda ser enseñado? A lo cual el maestro respondía con un pícaro: “pero todo puede ser aprendido”.
Un primer deslinde, importantísimo, en el proceso de enseñanza –aprendizaje es que nadie aprende si no tiene una predisposición o una actitud receptiva para captar nuevos estímulos y conocimientos. “Cuando el discípulo está dispuesto, aparece el maestro” dicen los Druidas. Y es que se puede aprender de “todos y de todo” en cualquier momento, talvez es sólo prestar atención a lo invisible. “Hay que mirar con ojos de ver.”
Un segundo aspecto en el aprendizaje es considerarlo como algo más sencillo y sobre todo divertido, lúdico. Como un proceso natural, inherente a la “curiosidad” de la naturaleza humana y a la capacidad de asombrarse y entusiasmarse ante lo nuevo. “Educar es entusiasmar” nos recuerda una conocida educadora peruana.
Es entonces que, desde esta perspectiva, se cuestionan los modelos didácticos y se desarrollan teorías sobre los sistemas y modos del aprendizaje. El profesor o educador clásico “magister dixit” es reorientado hacia la función de facilitador; y la enseñanza hacia el aprendizaje.
Aprender consiste en una actividad mas proactiva y centrada en el discente, que genere una actitud mas abierta, positiva y eficiente del proceso educativo. El alumno aprende, y mejor aún cuando se logra que “aprenda a aprender” y que este aprendizaje sea continuo, permanente y sostenido en el tiempo.
Ayudó a este cambio la reformulación de los contenidos, así como las técnicas y metodología que se han aplicado en los últimos tiempos. Sistemas tan avanzados como tecnologías virtuales, multi-activas, aulas vivenciales, talleres, coloquios y hasta proloquios se han popularizado en el ámbito educativo.
Lo más obvio de este tipo de enfoques son: “lo permanente” de lo aprendido y la seguridad adquirida de haberlo logrado por si mismo. Lo que uno mismo ha conseguido (“el que”) no se olvida fácilmente y la forma - método - desarrollado para obtenerlo (“el como”) facilita próximos aprendizajes libres y creativos basados en el desarrollo de la confianza personal en sus competencias (Aptitud, habilidad, actitud). No es tanto “regalar pescado, ni menos enseñar a pescar; sino incentivar y propiciar el propio aprendizaje individual”.
Creo que no sólo para los maestros, capacitadores, gerentes, directivos sino para todas las personas involucradas en actividades diarias, que pueden parecernos comunes, deberíamos tener una perspectiva de “compartir” nuestros hallazgos, sin ejemplarizar, ni enseñar, ni mucho menos constreñir a las personas.
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