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Carlos Ginocchio / Quién se llevó el banco?


Los árabes invadieron España durante ocho siglos (711-1492 DC) e introdujeron el álgebra, cultivos como el arroz, alcachofas, espárragos, técnicas de regadío, perfumes, desodorantes, el dentífrico, entre otros. Italia ha sido invadida por españoles, franceses, austriacos, alemanes. Por China han pasado Alemania, Austria-Hungría, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido, Rusia, y puedo citar más ejemplos; no obstante, han labrado su futuro y crecido cultural y económicamente, sin apelar a justificaciones por sus problemas, culpando de los mismos a los invasores, de quienes, incluso, han reconocido aportes de estos.


Desconozco si la historia de algún país refiere la existencia de un asiento, taburete, poyo, silla, sofá de oro material precioso, que sustente riqueza o su posibilidad. Antonio Raimondi jamás enunció que “el Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”, y quien la haya expresado se refería a nuestro potencial, lo cual no significa riqueza. En todo caso, dos interrogantes: ¿existió el banco de oro, y de ser así, quien se lo llevó o lo sustrajo?


Cuando se habla del oro del Perú nos remontamos cinco siglos al rescate de Atahualpa, y consideramos que el potencial existente era de tal cantidad que, si no hubiésemos tenido la invasión española, su valor nos habría convertido en un imperio. Atendiendo, únicamente, a las circunstancias económicas y prescindiendo de las contribuciones de quienes arribaron desde Europa y Asia, esa afirmación es una falacia. Durante ‘la fiebre del oro’ en California (a partir de 1848), el extraído durante los primeros 5 años fue de 370 toneladas, casi la mitad del presupuesto peruano de 2022, y los Estados Unidos no consideran haber estado repantigados sobre una banqueta áurea.


Consultando el ‘Compendio de Historia Económica del Perú’ (tomo 4, Economía de la primera centuria independiente), publicado por el Banco Central de Reserva y el Instituto de Estudios Peruanos, para indagar sobre la época en que se desenvolvió Raimondi: “el país tuvo un crecimiento impresionante durante la era del guano, y junto con el presupuesto del Estado, fue el tamaño de la deuda pública. En vísperas de la cesación de pagos de 1876, esta ascendía a aproximadamente cinco veces el presupuesto de la república”; es decir, la esperada bonanza produjo más deuda que desarrollo. El período del salitre también fue breve y culminó con la guerra con Chile que afectó profundamente nuestra economía.


“Importantes reformas administrativas, que incluyeron un profundo rediseño de la política tributaria, monetaria y de gobierno territorial, tuvieron lugar entre 1885 y 1900, lo que sentó las bases del crecimiento económico registrado durante los primeros treinta años del siglo XX”, pero la crisis mundial de 1929 nos afectó nuevamente. Según el medidor de las economías más grandes del mundo de VG, únicamente entre 1903 y 1908 estuvimos en los puestos 29° y 30°. Argentina ocupó el puesto N°1 en 1895 y 1896 (proyecto Madison). En la década de 1950, Argentina (puesto 11), Brasil (12), México (17), Colombia (25), Venezuela (27), y Chile (28). En 1980, Brasil (10), México (11), Argentina (15), y Venezuela (17). Actualmente, Brasil en el puesto 7, México en el 12, y entre los 25 primeros ningún otro latinoamericano. El supuesto banco de oro había desaparecido.


En 1850, 18% de la población peruana residía en la Costa, y 80% en la Sierra. En 1940, la población de Lima era 6%, alcanzando casi 5 millones en 1980 (27%), tendencia que se mantiene hasta la fecha (33% del país), por lo que las provincias fueron perdiendo importancia en el aspecto económico, y se convirtieron en fuentes de materias primas, las que dominan nuestras exportaciones desde hace dos siglos, y ningún país es próspero solo con materias primas.


Suiza no cuenta con los microclimas del Perú, y no cultiva una sola hectárea de cacao, pero produce más de 200,000 toneladas de chocolate, y 74% se exporta. El ingreso per cápita de los suizos (U$ 86,000 anuales) supera 14 veces al peruano. Países Bajos es el segundo exportador mundial de alimentos (US$ 111,629 en 2018), 12 veces superior a nuestras agroexportaciones, con un territorio 25 veces menor (equivalente a Piura), y un ingreso per cápita nueve veces superior al peruano.


La riqueza de un país – hoy más que nunca – no está en su potencial de materias primas, sino en la calidad de educación e infraestructura, estabilidad jurídica, institucionalidad, respeto a las leyes (no a la impunidad), combate a la corrupción, y apertura a la inversión privada, que respete la normativa y el ambiente. En 1948, Bertrand Russell escribió en ‘Los caminos de la Libertad’: ¿cómo podría una comunidad socialista o anarquista gobernar o administrar una región llena de riquezas naturales, pero poblada por un pueblo falto completamente de civilización?, manifestación vigente.


La proclama ‘no más pobres en un país rico’ es solo un buen deseo. Para alcanzar esa nomenclatura se requieren por lo menos 20 años de políticas acertadas continuas. Ningún país lo ha conseguido en menor tiempo (Japón, Singapur, Alemania, por mencionar algunos). Entonces, ¿Quién se llevó el banco de oro?, Nunca lo tuvimos. Tal vez fue de pirita, conocida como el ‘oro de los tontos’ por su parecido al oro. Posiblemente ni siquiera de madera pues, pese a nuestro potencial, continuamos importándola. A Zavalita le diría que no sea ingenuo, el Perú con algunos breves y limitados episodios de bienestar, estuvo siempre ‘jodido’, y de continuar por la senda actual, ello continuará, y lo de país rico es cada vez un espejismo.


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