Prácticas monopólicas en el sector agricultura,
¿Las hay? Hacemos un análisis detallado.
Es necesario mencionar a los grupos económicos que, sin ser los únicos en un mercado, dominan varios sectores relacionados, estableciendo políticas que favorecen a sus organizaciones en desmedro del consumidor.
Estas posiciones, que no han sido corregidas en los últimos veinte años, han generado un sentimiento antiempresa y antisistema. Complemento estas definiciones con una atingencia: muchas personas consideran que, para reducir la desigualdad y la denominada informalidad, es necesario cambiar el modelo económico y la Constitución, pero no señalan lo que se debe modificar. Las variables macroeconómicas que nos han regido permitieron el crecimiento económico y la reducción de la pobreza. Deben mantenerse, pero no son suficientes.
Nuestra Constitución establece una economía social de mercado que no se aplica, pues dicho sistema rechaza monopolios, oligopolios, concentraciones y, por supuesto, la corrupción. Hasta ahora no se han promulgado leyes o normas efectivas para combatirlos, y tampoco se han promulgado normas para proteger a los consumidores.
El Estado no ha sabido asumir su rol subsidiario, como lo establece la Constitución, para que, sin convertirse en empresario, implemente políticas que permitan a los pequeños emprendedores asociarse y articularse a los mercados en similares condiciones a la gran empresa, y tener presencia donde no se encuentra la empresa privada.
Con relación al tema agrario, considero que en los siguientes sectores se presentan situaciones que generan desigualdades:
a) El trigo y el pan. Entre enero y abril de 2020 se importaron 726,686 toneladas de harina de trigo por un valor CIF de US$ 176 millones, desde Canadá, Argentina y Estados Unidos. Siete empresas son las grandes importadoras, y tres de ellas concentran el 55% de las importaciones. El pan y los fideos son alimentos presentes en las mesas de todos los hogares.
b) La leche. Aproximadamente, 452,000 familias se dedican a la producción de leche y sus derivados en el país. Más de la mitad se concentra en Cajamarca, Arequipa, Ayacucho y Lima. Los primeros seis meses del 2019, la producción de derivados lácteos alcanzó las 201 543 toneladas, mientras que en el primer semestre de 2020 se incrementó a 269,447 toneladas. Son tres las empresas que dominan el mercado: dos nacionales y una internacional, y representan el 77%, 81%, y 69% del mercado en leches industrializadas, leches evaporadas y leches pasteurizadas, segmentos que aún con la pandemia han mantenido crecimientos de 3% a 5% en 2020.
c) Aceites y grasas. Son muy pocos los fabricantes de aceite en base, hoy mayoritariamente, a la importación de soya, pues cada vez hay menos producción de algodón en el país. Hace cuatro décadas, el algodón era el principal insumo para la industria de aceites y grasas, y en la década del cincuenta del siglo pasado, era el principal producto de exportación.
d) El arroz. La mayoría de los productores cuentan con menos de cinco hectáreas, y para el desarrollo de su cultivo, están obligados a ser habilitados por los molinos con semilla y fertilizantes, que en muchos casos no son los adecuados y afectan su productividad y precio. El problema se agrava con la importación y las limitaciones de agua para este cultivo.
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