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Carlos Ginocchio / Modelo de país (2 de 2)


Según el mismo Banco Mundial, entre los diez países de mayo desigualdad en el mundo, ocho son de América Latina, y además de Sudáfrica (en el primer lugar) y Ruanda, menciona Haití, Honduras, Colombia, Brasil, Panamá, Chile, Costa Rica, y México. Aunque los economistas de esta institución internacional, también señalan que aun cuando América Latina, Caribe, y África Subsahariana son las regiones más desiguales del mundo, “Latinoamérica ha sido la región más exitosa en acortar la brecha entre ricos y pobres en los últimos años”, lo cual es positivo, y demuestra se ha iniciado un camino que debe perfeccionarse, y no deshacerse.


Como modelo, Singapur reúne importantes crecimientos económicos, brecha de infraestructura resuelta, elevado IDH, pero es uno de los países con mayor desigualdad (puesto 136 entre 159), y Bolivia que no presenta ninguno de los indicadores exitosos del país asiático, es también uno de los de mayor inequidad (puesto 124), y por cierto, sus indicadores de desnutrición y anemia son más negativos que en el Perú; además, Singapur y Bolivia desarrollan políticas opuestas en términos de participación del Estado en la economía, política tributaria, y exigencias en las normas de comportamiento. Perú, en el indicador GINI, supera a ambos (puesto 120), sin alcanzar un lugar meritorio.


Emular el modelo de un país es inviable por las diferencias propias de cada nación, y es difícil encontrar un país que obtenga lugares privilegiados en todos los indicadores referidos.


El Banco Mundial no presenta indicadores sobre el tipo de equidad, y como ejemplo: un país donde la mayoría gane 1,000, y la minoría 5,000 (equidad inferior, le llamo) es más equitativo que otro donde la mayoría gane 5,000, y la minoría, 50,000 pero, ¿en cuál de ellos preferirían habitar las grandes masas populares? En tal sentido, más allá de la importancia de la desigualdad, el objetivo primordial es eliminar la pobreza de los ciudadanos, y otorgarles acceso a servicios públicos de calidad.


El empresario y político argentino, José Ignacio de Mendiguren, en el reciente Congreso de ALIDE, afirmó que “nunca creció el mundo tanto como después de la segunda guerra mundial, pero nunca creció tanto, también, la pobreza”, y agregó que esta continuará “mientras persista un modelo económico primario”, lo cual se genera porque “las políticas públicas no están encontrando respuestas a los problemas de la sociedad, y no diferencian crecimiento de desarrollo económico, conceptos que no están asociados”.


A modo de colofón, los países que presentan indicadores positivos en crecimiento, riqueza y equidad, tienen -además de resuelta o casi cubierta su brecha de infraestructura- seis características comunes: a) democracias consolidadas y cumplimiento estricto de las leyes, b) promotores de la inversión y respeto a la inversión privada c) Estado promotor (en Europa donde el Estado se ha convertido en empresario e impulsor de enormes subsidios para combatir la desigualdad, cunde el desempleo y solo dos de sus empresas figuran entre las 30 más importantes del planeta, según Forbes) d) institucionalidad y estabilidad jurídica, e) continuidad en las políticas públicas e) modelos de economía secundario o terciario; es decir, construyeron, no destruyeron.


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