Son constantes las críticas al modelo económico, así como los requerimientos de reformas, especialmente en sectores ligados a una ideología, pero sin especificar lo que debe reformarse, y los defensores en la otra vereda, manifiestan se debe hacer rectificaciones, y tampoco indican cuáles deben ser estas.
Un candidato ha valorado a Singapur y Bolivia como modelos de país, aunque presentan políticas opuestas, y también se ha referido a la situación de desigualdad, mas lamentablemente sus propuestas para reducirla consisten en destruir más que construir, y conducirían a una supuesta igualdad hacia abajo, en la pobreza casi todos. Y digo ‘casi’ porque los ricos trasladarán sus inversiones y dinero a otros países, y disputarán en los fueros internacionales el pago de sus empresas eventualmente expropiadas, procediendo al embargo de nuestros activos y cuentas en el extranjero, como sucedió en el gobierno de Velasco. Como siempre, la desventura será para las clases medias y populares.
Cada país sigue un modelo de desarrollo específico de acuerdo a su realidad, ubicación, historia, cultura, tamaño, población, recursos naturales, educación, avances tecnológicos, y las creencias políticas de sus gobernantes. Existen indicadores para medir el desempeño de cada país, como el PBI que cuantifica el valor de la producción de bienes y servicios que, según Robert Kennedy, ‘mide todo, menos lo importante’.
Otro índice es el ingreso por persona, que puede ser irreal, por cuanto un pequeño grupo puede concentrar ingresos tan elevados que incrementan el promedio. Y tenemos el ‘Índice de Desarrollo Humano’ (IDH) creado por el PNUD para medir el nivel de desarrollo de un país, en base a la esperanza de vida, nivel de alfabetización y educación, e ingreso per cápita, y el coeficiente ‘Gini’, para detectar la desigualdad salarial.
De acuerdo al ranking de Bankinter, quince países concentran la riqueza mundial (84%): Estados Unidos, China, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, India, Italia, Canadá, España, Corea del Sur, Australia, Taiwán, Suiza, y Países Bajos. Siete en Europa, cinco en Asia, dos en América del Norte, y uno en Oceanía. Ninguno en África ni en América Central y del Sur. Significativamente, los dos primeros- Estados Unidos y China – representan 46% del PBI mundial.
Según el Banco Mundial, en 2020, los diez países con más poder adquisitivo (entre US$ 57,000 y US$ 118,000 anuales por persona), fueron Qatar, Macao, Luxemburgo, Singapur, Brunei, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Noruega, Irlanda, y Suiza. La mayoría de ellos, países árabes petroleros, ninguno entre los más ricos del planeta, salvo Suiza.
De aplicarse el IDH, países como China, Rusia, Ucrania, Singapur, Estados Unidos, Eslovenia, Eslovaquia, República Checa, Austria, Suecia, Finlandia, Dinamarca, Francia, y hasta Perú, Venezuela, Argentina, Bolivia, y Ecuador, obtienen resultados ‘alto’ o ‘muy alto’; no obstante, cuando se les aplica el indicador ‘Gini’, varios de los países mencionados no figuran entre los primeros en el ranking de equidad, como Singapur (puesto 136), Estados Unidos (109), China (88), Japón (84), India (64), Canadá (57), Taiwán (50), Italia (47), Rusia (38), Reino Unido (34), y Luxemburgo (33), así como los países latinoamericanos, donde Uruguay es el que exhibe una menor desigualdad, en el puesto 85, entre 159 países evaluados
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