La final del mundial de Qatar rompió récords de audiencia en todos los países, y aunque parecía que hombre por hombre, Francia era superior, Argentina se erigió como triunfador en un partido que dominó claramente los primeros 78 minutos. Aunque muchos la consideran como la mejor de las finales mundialistas – mi discrepancia, considero de mayor nivel Brasil vs Italia 1970, Italia vs Alemania 1982, Argentina vs Alemania 1986, Brasil vs Italia 1994, e Italia vs Francia 2006), ha sido sin duda la más polémica.
Algunos analistas consideran que ninguno de los goles argentinos debió validarse (un penal inventado, un foul previo al gol de DiMaría, invasión de la cancha en el gol de Messi), 200 mil firmas de franceses le solicitan a la FIFA un nuevo partido pues consideran el árbitro estuvo comprado (piconería pura), Messi y M’Bappé enemistados, uno tendrá que abandonar el PSG, roces entre ambos oponentes para los penales, burlas a la estrella francesa en el camerino argentino, y en las celebraciones del arquero Emiliano Martínez en Buenos Aires, quien tuvo un comportamiento grosero en la premiación. Solo en este último caso estimo debe haber una sanción.
Argentina era un equipo, había compañerismo y unidad entre todos los jugadores, y con un claro líder (Leo Messi), además de un entrenador integrador. Francia estaba dividido. M’bappé no es un líder, y sus arengas en el vestuario en el entretiempo no movieron un pelo de sus compañeros, quienes además estaban disociados y buscando su popularidad antes que el éxito colectivo, como lo demostraron dos jugadores ruines como Lloris y Griezmann, y su actitud hacia Benzema (Balón de Oro), animadas por un endiosado Deschamps. Los franceses basaron su éxito en M’Bappé, y sin él no habrían pasado de cuartos de final.
Aplaudo la decisión del equipo argentino de no asistir a la Casa Rosada para su celebración, lo cual convirtió al presidente Alberto Fernández en el único que no recibió a un campeón del Mundo. Hay quienes afirman – ingenuamente – la decisión se debió a la intención de no politizar el fútbol, mas los entendidos consideran fue por los maltratos del actual gobierno a jugadores emblemáticos como Gabriel Batistuta, y al propio Messi, quien durante la pandemia donó 32 respiradores a la Secretaría de Salud de Rosario, a través de su Fundación, los mismos que habiendo pasado más de dos años, permanecen retenidos en la Aduana.
Qatar se convirtió en el cementerio de muchas estrellas. Algunas como Messi y Modric, han ratificado su calidad, otras como Cristiano, Lewandowski, Busquets, y Suárez quedaron en deuda. Neymar, ni frío ni caliente, pero aparecieron nuevas figuras: Buono, Hakimi, y Ounahi de Marruecos. Álvarez y Fernández, de Argentina. Tchouaméni en Francia. Gvardiol de Croacia. Enner Valencia de Ecuador, por mencionar algunos.
1. Corrupción. Asignarle la sede a un país sin infraestructura deportiva, sin trayectoria futbolística, con un clima complicado al punto que se debió cambiar de fecha respecto a la tradicional, indica claramente lo que señalo. Más aún, ha aparecido la noticia del escándalo de sobornos a cambio de favores para Qatar sacude la UE.
2. Politización. Las organizaciones defensoras de Derechos Humanos – legítimas o no, pero siempre aprovechadas – iniciaron una campaña en contra del Mundial semanas antes de su inicio, para promoverse, pese a que la sede fue designada ocho años antes (2014); adicionalmente, equipos europeos (Alemania, por citar alguno) insistían en una propuesta con el ‘brazalete azul’, y luego lo hicieron cubriéndose la boca. Una total hipocresía: si algún jugador no estaba de acuerdo, simplemente debió haber renunciado a su selección, lo mismo que la Federación del país.
3. La distancia entre las supuestamente grandes selecciones y los considerados ‘equipos chicos’ prácticamente ha desaparecido. Japón, Arabia Saudita, Corea del Sur, Túnez, y Marruecos lo han demostrado, y Alemania, España, Bélgica, Brasil, y Portugal no fueron lo que se esperaba de ellos.
4. Los pronósticos en el fútbol son más difíciles que la situación política del Perú. La Universidad de Oxford consideraba finalistas a Brasil y Bélgica. Según el Laboratorio de Datos de Foro TV, los finalistas serían Brasil y España. Ninguno llegó siquiera a las semifinales.
5. Independiente a los pronósticos, los favoritos ciertamente, para la mayoría de aficionados – incluido el suscrito – eran Brasil, Francia, Argentina, e Inglaterra. Dos de ellos estarán en la final, y uno será el campeón, pero…siempre hay un ‘pero’ que afecta las situaciones, y curiosamente ambas selecciones tienen a una de las tres estrellas del PSG – dirigido por cataríes – en especial las dos principales (Messi y Mbappé), pues Neymar no goza de las simpatías de sus dirigentes.
6. El VAR (Video assistant referee) ha parecido más un bar, donde sus integrantes cuando conviene se hacen los desentendidos. El penal cobrado a Argentina contra Croacia deja lugar a muchas dudas. A Marruecos no le cobraron un claro penal contra Francia, y más bien terminó con tarjeta amarilla el delantero marroquí. En el partido de Países Bajos con Argentina más de un jugador por cada equipo debió ser expulsado. Uruguay fue afectado por el VAR con un penal imaginario.
7. Hay equipos que no habrían alcanzado el nivel que tienen sin sus inmigrantes. Francia es un ejemplo, por lo menos 15 de sus seleccionados tienen un origen en lo que fue una de sus colonias: Koundé, M’bappe, Tchouameni, Konate, Camavinga, Fofana, Dembelé, Coman, y Thuram, por citar algunos. En ese sentido, descarto las afirmaciones de M’bappé sobre la supremacía del fútbol europeo sobre el sudamericano (si al PSG le retiran a Messi y Neymar, se convierte en un equipo más)
8. Participaron 13 europeos, 5 africanos, 5 asiáticos, 4 sudamericanos, 4 norte y centro americanos, 1 de Oceanía. Entre los 4 semifinalistas: 13% de los europeos (2), 20% de los africanos (1), y 25% de los sudamericanos (1). Entonces, M’bappé, dedícate solo al fútbol: Gales, Polonia, y Suiza, presentes en la justa, son mucho menos que Colombia, Chile, y Perú.
9. El canal que tuvo la transmisión en Perú, lamentablemente no presentó en directo todos los partidos, y contó con unos comentaristas cada cual más lamentable.
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