Incluyo las que considero las ‘palabras malditas’, sus significados, origen, etimología, usos, y presencia en la vida diaria. Es un tratado, especialmente, de investigación.
4. Cabro, para la RAE el macho de la cabra: "en la época de celo los cabros andaban a los brincos y se peleaban a cornadas entre ellos, mientras las cabras balaban mirando para otro lado". En Bolivia y Chile: “niño pequeño o en estado de pubertad: este cabro necesita relacionarse con niños de su edad". En Costa Rica, es el novio. En México, es una persona de mal carácter. En el Perú se refiere al homosexual y es una palabra ofensiva.
Son reveladoras las menciones en la web https://inciclopedia.org/wiki/Cabro: "Cabro" es un adjetivo y sustantivo amistosamente peyorativo, originalmente derivado de la palabra "Cabra" (espécimen caprino). Se usa como término para hablar de maricones y cobardes No necesariamente significa homosexual, aunque siempre es un término relacionado. Dícese de los hombres homosexuales básicamente cobardes. Como término genérico, "cabro" significa gay (hombre homosexual), y afeminado (que, en su persona, modo de hablar, acciones o adornos se parece a las mujeres). Se suele utilizar como reprimenda ante la falta de valor y/o la evidencia de "pluma" la expresión "¡qué cabro eres! En ingles el adjetivo cabro equivale a "faggot". Su equivalencia en italiano es "finocchio". Que puede interpretarse también como ‘hinojo’, porque los cabros suelen ponerse "de hinojos" (de rodillas) para realizar una felación recibir su hostia, porque son muy católicos.
Su uso como referencia a la homosexualidad es lastimoso y absurdo porque el macho cabrío es uno de los animales más viriles de la creación, además que la homosexualidad no implica carencia de coraje. El macho cabrío tuvo culto en la comunidad rural griega de Arcadia como símbolo de la fertilidad, ya que sus habitantes eran demasiado pobres para poseer toros. Es un gran mamífero rumiante caprino, macho de la cabra. Se caracteriza por sus cuernos en forma más o menos de lira (en algunos los cuernos se curvan hacia atrás), por su duro pelaje y por tener una barba estrecha en la mandíbula inferior. Según los distintos lugares, se le conoce también como chivo, buco, cabro, bode, boyo, boyardo, brito, broca, chimbombo, chivato, chivo, cochón, colepato, farifo, floripondio, galleta, loca, pato, maricueca, mariposa, mostacero, pirobo, rosquete, rosca, tramboyo, trolo, soplanucas, virulea,
Wisconsin, invertido, sodomita, etc…
5. Cabrón, para la RAE, ‘dicho de una persona, de un animal o de una cosa que hace malas pasadas o resulta molesto’, dicho de un hombre: Que padece la infidelidad de su mujer, y en especial si la consiente. En Perú, Chile, Ecuador, Bolivia, y Venezuela, el término en ambos géneros (cabrón y cabrona), es un despectivo para referirse al ‘jefe de una mancebía o burdel, que trafica con prostitutas, proxeneta, chulo, aunque en el Perú también se usa para designar a un cobarde (hombre que aguanta cobardemente los agravios o impertinencias de que es objeto). En Cuba y México, se refieren a una persona experimentada y astuta, aunque en Cuba y México, también para alguien despiadado, disgustado o de mal humor. En Colombia puede ser un término amigable, saludando al amigo: ¿Qué hay cabrón? En Argentina ‘cabrón’ es desconocido como insulto, y se refiere a personas que se enojan fácilmente. La RAE también lo identifica como el macho de la cabra, y hasta el diablo (Satanás, Luzbel, Moloch, Belcebú).
Una antigua frase rezaba así: “El hombre en su condición es idéntico al cabrito, o muere de chiquitito o crece y se hace cabrón’. Etimológicamente, ‘cabrón’ procede del latín ‘capra’. La cabra (Capra aegagrus hircus) es un mamífero artiodáctilo de la subfamilia Caprinae que fue domesticado alrededor del octavo milenio a. C., sobre todo por su carne y leche. Al macho de la cabra se le llama cabrón (si bien en algunos países esta palabra se considera malsonante), así como también cabro, chivato, macho cabrío, irasco o chivo, y a las crías se las llama cabrito, chivo, chivito o baifo.
El escritor español Francisco Gutiérrez Carbajo publicó ‘Cornudos y cabrones en la literatura española’, y la web castalia.es refiere la obra de la siguiente manera: los papeles del cabrón y del cornudo, tan conocidos en la vida real, se han representado a lo largo de los siglos en nuestra la literatura, la mayoría de las veces vinculados con la imagen de la mujer a través de los tiempos. Durante una larga historia, que aún perdura, y sufriendo infinidad de estigmas y de maldiciones, la mujer no ha podido hacerse dueña de su propio cuerpo como una realidad biológica, social y cultural. En general, la mujer ha recibido dos tratamientos opuestos, y nada objetivos: por una parte, ha sido idealizada, por ejemplo, por la poesía cortés o petrarquista; y, por otro, ha sido considerada como harpía, bruja, puta, malmaridada…, términos que se le aplicaban cuando era infiel, mientras que al hombre adulterino no se le asignaban este tipo de calificativos. Del Libro de Buen Amor o el Lazarillo de Tormes, pasando por Quevedo, Zorrilla, Galdós, hasta Colombine o Valle-Inclán, el profesor Francisco Gutiérrez Carbajo ha seleccionado los más divertidos o fundamentales pasajes de nuestra literatura, desde sus inicios hasta el primer tercio del siglo XX en que cornudos y cabrones son los protagonistas y los ha contextualizado y estudiado. A posteriori, éste ha seguido siendo un tema vigente, pero eso tal vez sea para otro volumen.
Fernando Mansilla ha publicado ‘Matar cabrones’, un vibrante thriller. Cuando don Francisco de Quevedo quería llamar cabrón a algún contemporáneo, escribía un soneto. «Cornudo eres, Fulano, hasta los codos y puedes rastrillar con las dos sienes» (ABC). El término ha sido muy utilizado sobre todo en la literatura clásica hispana.
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