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Carlos Ginocchio / Fórmulas para el éxito


En una disertación sobre ‘Círculos de calidad - técnica japonesa que reúne a trabajadores de la misma o diferente área para solucionar problemas de la empresa – un conferencista explicaba la diferencia entre las decisiones adoptadas por ejecutivos estadounidenses y japoneses. Los primeros decidían con mayor rapidez, pero la implementación tardaba demasiado, mientras entre los orientales, la decisión demoraba, por el nivel de consultas, pero definida, la implementación era inmediata. Ello me llevó a cavilar que para una decisión sea efectiva, es importante la calidad de la misma, como su aceptación, y esbocé la siguiente fórmula: “Q (calidad) x A (aceptación)”.


Si una decisión de extraordinaria cualidad (1/1) es aceptada por menos de la mitad de los afectados (0.4/1), el resultado es ‘bajo’ (1 x 0.4= 0.4); sin embargo, si se reduce la cualidad de esta (0.7/1), pero se duplica la aceptación (0.8/1), el resultado es sustancialmente superior (0.8 x 0.7 = 0.56). Es lo que está sucediendo en el conflicto sobre el cambio de Constitución. El cambio total y la Asamblea Constituyente generan rechazo masivo, más aún con las actuales urgencias, y la convicción que un nuevo documento no atenderá necesariamente a estas, pero podría tener aceptación – si hay honestidad y buena voluntad – el debate sobre los temas específicos que se desean modificar.


Esta misma fórmula la perfiló para seleccionar al equipo de personas en una Organización. Escucho clamores buscando la contratación para puestos importantes a profesionales con títulos rimbombantes (cuando ya conocemos cómo se consiguen muchos de ellos) sin importar la trayectoria personal, experiencia, y especialmente, la actitud. Nuevamente, la misma fórmula. Para formar un equipo humano eficiente, es preferible reducir algo la exigencia de diplomas, e incrementar las calidades actitudinales: Act x Apt = Éxito.


Otra enseñanza en mi experiencia de relacionamiento con pequeños emprendedores es la importancia de eliminar el término ‘inclusión’, sea en lo social o financiero, y reemplazarlo por ‘integración’. El verbo ‘incluir’ implica que ‘una cosa contenga a otra’. Si Juan incluye a Pedro, significa le está auxiliando o socorriendo, una relación de superioridad de uno sobre otro. ‘Integrar’ conlleva que ambas partes se unan para ‘formar un todo’, en condiciones similares, con aportes diferentes y complementarios de ambas partes. Es diferente la fórmula de inclusión “a(ab)=100” que la expresión integradora “a+b=100”, donde en esta última ambas contribuyen al resultado.


La teoría del ‘Destino Manifiesto’ (DM) comienza a bosquejarse con el periodista estadounidense John O’Sullivan, en 1845, cuando mencionó en su artículo ‘Anexión’, refiriéndose a los Estados Unidos: “el cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno”.


Posteriormente, se sustenta la elección del DM en las calidades de sus instituciones y ciudadanos, la misión de construir un planeta con la imagen del país que adopta el DM, y el respaldo de Dios a esta misión, pero es el presidente Woodrow Wilson quien la extiende a todo el planeta, en 1920, cuando declara: “el mundo debe hacerse seguro para la democracia. Es el destino manifiesto de los Estados Unidos de realizar el esfuerzo para que este espíritu prevalezca”. Hoy, constituye la condición que distingue a un país del resto en el planeta, y es adoptada por sus ciudadanos desde su nacimiento, sintiéndose orgullosos de la misma.


En el Perú mantenemos una diversidad de etnias (55 etnias y 14 familias lingüísticas), paisajes, culturas, gastronomías, cultivos, tradiciones. Poseemos 28 de los 32 climas en el planeta, 70% de la diversidad biológica mundial, 25 mil especies de flora, el primero en variedad de peces (2,000), el segundo en aves (1730 especies), el tercero en anfibios (330 especies) y mamíferos (462 especies). Somos el país más DIVERSIFICADO del planeta, ese es nuestro DM del cual debemos sentirnos orgullos, y promoverse desde la cuna y en nuestra etapa escolar. Lastimosamente, por la ignorancia, incapacidad, e intereses personales de nuestros líderes, es usado para división antes que la unidad. La fórmula “DM=Poder”, en nuestro caso es “DM=a+b+c+d+…n”, donde cada letra es un atributo de diversificación.


Son constantes las propuestas de grupos trasnochados para repartir la propiedad de quienes más tienen entre los más pobres, como si de esa manera pudieran sacarlos de su estrechez. Las posesiones por sí mismas no generan riqueza, si no producen flujo, y para ello es necesario el conocimiento (asistencia técnica, capacitación), la tecnología, y el acceso a los mercados, con políticas públicas que las faciliten.


Una persona natural puede tener un inmueble o terrenos valorizados en US$500,000, pero si no producen ingresos, ninguna institución financiera prestará montos significativos. La clave para derrotar a la pobreza – además de la honestidad y buen uso de los recursos – está en el desarrollo de infraestructura, y programas integrados de asociatividad-asistencia técnica-financiamiento-articulación al mercado, y ello solo es posible en países con instituciones sólidas, estabilidad política, social, y jurídica, condiciones que se presentan solo en las democracias reales. La fórmula: “(Asoc+At+Financ)*Mcdo=Éxito”.


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