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Carlos Ginocchio / Frases de nuestros padres (1 de 2)


Cada generación tiene sus propias expresiones, frases, dichos, formas de saludo, vocabulario, y hasta maldiciones o vocablos cariñosos (tqm). Las de mis abuelos y padres eran proclives a la utilización de refranes, adagios, sentencias e interjecciones para exteriorizar sus opiniones o acentuarlas. Por supuesto, todos entendíamos, y es mi intención rescatar del olvido a estos, algunos aún vigentes, pero con riesgo de extinción.


‘El abogado del diablo’ es como se denomina al fiscal que pone en duda las propuestas de canonización en la iglesia católica, exigiendo pruebas y detectando errores en las propuestas de candidatos a beatos o santos. Esta oposición le significó el apodo en mención, ya que se oponía al supuestamente ‘abogado de Dios’. A partir de 1993, se le llama ‘promotor de la justicia’. El oficio fue establecido en 1587 por el papa Sixto V y abolido por el papa Juan Pablo II en 1983. Este cambio le permitió realizar casi 500 canonizaciones y más de 1300 beatificaciones, frente a las 98 canonizaciones de sus predecesores en el siglo XX. La expresión hoy se utiliza para generar un debate buscando debilidades para superarlas en argumentos en diferentes áreas.


‘Pensando en las musarañas’, según blogs.20minutos.es/, es una expresión que surge del entorno rural, aplicada a quienes se distraían mirando a estas y perdiendo el tiempo en su trabajo. Se aplica a personas distraídas, embelesadas, con la boca abierta, ocupada en pensamientos intrascendentes. Las musarañas son mamíferos del tamaño de un ratón, emparentados con los topos, ojos pequeños, hocico largo, bigotes, se alimentan cada 4 horas de invertebrados, lagartijas y caracoles, pero no afectan a los cultivos. También se aplica la frase ‘pensando en la inmortalidad del cangrejo’, aunque estos tienen un ciclo de vida entre 3 y 18 años, pero según la mitología griega, Zeus conversó con uno de estos ejemplares, que le manifestó eran inmortales pues caminaban de lado, y así engañaban al tiempo.


‘‘Pasar la noche en blanco’ es el resultado de no haber podido dormir por algún motivo, y proviene de la costumbre en la Edad Media, cuando los aspirantes para convertirse en caballeros, debían velar sus armas permaneciendo despiertos toda la noche, arropados con alguna vestimenta o túnica de un color que denotase pureza, en dicho caso, el color blanco (blogs.20minutos.es/)


‘Tirar la casa por la ventana’, cuando alguien realiza importantes gastos para celebrar un evento o por algún suceso que consideraba importante. La web blogs.20minutos.es/ indica que ‘nace da la costumbre que existía en el siglo pasado de tirar por la ventana los enseres del hogar cuando a alguien le tocaba la Lotería Nacional en España, que la instauró Carlos III, el 30 de septiembre de 1763.


‘Echarle a uno el muerto’ implica acusar a un tercero de algo que no ha hecho. Escuchaba a un empresario que, al acometer una gestión, siempre habías que tener dispuesto a quien se responsabilizaría en caso de fracaso. La web blogs.20minutos.es/ señala que en la Edad Media cuando se encontraba un muerto de forma violenta y no se aclaraba el responsable, los habitantes del municipio debían pagar una multa, por lo que estos en la oscuridad de la noche, trasladaban el cadáver a otro municipio.


‘Poner la mano en el fuego’, es un dicho que expresa confianza total. Hoy, es común que los periodistas pregunten a políticos si pondrían la mano en el fuego por sus líderes. El ‘juicio de Dios’ u ‘Ordalía’, se originó en la antigua Grecia, y los germanos lo popularizaron cuando invadieron Roma el 455 d.C. Se debía introducir la mano, en ocasiones el brazo, en un cubo de agua hirviendo, y al tercer día se examinaba el resultado. Si la quemadura sanaba, era señal de inocencia, más en caso de gangrena, culpabilidad.


‘Tirar la toalla’, o rendirse y abandonar un esfuerzo, es atribuida a la costumbre en el boxeo que el entrenador de un púgil, al evaluar que su situación es complicada, arroja la toalla en señal de rendición. La web crcomunicacion.colorsremain.com/ presenta su real origen: en la antigua Roma las termas eran un lugar de encuentro para conjuras políticas o seducir a los jóvenes más bellos, que acudían para relacionarse con hombres mayores que les proporcionaran riqueza. Estos, al recibir una propuesta, hacían un segundo nudo en la toalla, rechazándola, o la arrojaban en señal de aceptación, ocasionando el aplauso de los presentes ante una nueva relación. Existen pruebas de ello en el siglo II, en la expresión ‘linteum jactare’, y en Turquía se ha descubierto una placa con la leyenda “Hic Antinous Hadriano linteum suum iactavit” (Aquí fue donde Antinoo tiró su toalla a Adriano, que se trataba del emperador). Con los años esta costumbre se interpretó como un gesto de sumisión, y se trasladó al boxeo.


‘Las paredes oyen’ tiene un significado claro, y cobra vigencia en nuestros tiempos de chuponeos y grabaciones impensadas. Nació en Francia, durante la persecución de los hugonotes, que culminó con la matanza en la Noche de San Bartolomé, el 24 de agosto de 1572 en París. La reina catalina de Médici hizo instalar una red de conductos acústicos en las paredes del palacio, lo que le permitió escuchar lo que se hablaba, y descubrir conjuradores. Ello generó la convicción que las paredes hablaban.



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