En Perú se realiza, desde 1981, la denominada ‘Encuesta del Poder’ (EDP), que, entrevista a líderes en diferentes sectores, para establecer cuales ostentan mayor poder en el país. La metodología de aplicación es tan desconocida como la fórmula de la Coca Cola o los secretos del Pentágono. Ignoro como se elige y cuantos son los entrevistados (Wikipedia afirma ‘unos cientos, sin llegar a 1,000’), quienes son, si acaso están incluidos los mismos que resultan en los principales lugares, y si las preguntas son ‘abiertas’ o ‘cerradas’, por referir algunos aspectos.
En tal sentido, es un ejercicio atrayente, pero los resultados no serían los mismos si se entrevistara a toda la población. Para los ciudadanos de Piura, Loreto, y Puno, los más poderosos del país no son, necesariamente, los que figuran en dicha EDP. Además, ¿es actualmente la presidente Dina Boluarte, que depende del Congreso de la República, la persona más poderosa del país, cuando en una reciente encuesta de agosto, 64% de peruanos considera que el Congreso tiene más poder que la presidenta?
Es claro los entrevistados en esta EDP no se encuentran en el 64% de nuestros compatriotas. ¿Fue realmente, en 2021 y 2022, el expresidente Pedro Castillo, el peruano más poderoso, cuando debió abandonar ‘a la carrera’, Palacio de Gobierno tras su frustrado golpe de Estado?, ¿qué tanto lo fue Patricia Benavides, la ex fiscal de la Nación, quien ocupó el tercer lugar entre los más poderosos en 2022 y 2023, y que a la primera investigación fue desaforada de un ‘plumazo’?
En todas las EDP, desde 1981, fue el presidente de la República quien obtuvo el primer lugar, como si quedaran dudas que el mayor poderío se encuentra en la Plaza Mayor. Manuel Ulloa, Vladimiro Montesinos, Nadine Heredia, y Vladimir Cerrón, por citar algunos nombres, son una muestra palpable que la mayor autoridad no siempre está en la Casa de Pizarro. Se desconoce a quienes, desde bambalinas, ostentan el verdadero poder en el Perú, y ello nos demuestra lo alejada que está la élite de la realidad nacional.
Asimismo, entre los empresarios más poderosos figura uno que actualmente se encuentra alejado de la gestión de sus empresas. Bloomberg ha publicado la “cuarta edición de su listado regional Los 500 Más Influyentes de América Latina y el Caribe, destacando a los latinoamericanos que transforman las realidades de su país y del mundo”.
Esta empresa privada estadounidense de finanzas, software, datos y medios de comunicación con sede en Midtown Manhattan, Nueva York, agrega que “América Latina continúa consolidándose como un lugar estratégico en el ámbito de los negocios, la cultura, el arte y la tecnología. Nativos de una región marcada por la riqueza natural y el talento humano, los líderes seleccionados en esta edición de 'Los 500 de Bloomberg Línea' son ejemplo de cómo aprovechar el enorme potencial”.
Entre los 500, la mayoría son de Brasil, y a continuación, México, Argentina, y Colombia. De Perú, solo hay nueve nombres (como diría el actor mexicano Eduardo Luego, en su rol de ‘El Puñitos’: “no somos nada”): Eduardo Hochschild Beeck (Hochschild Mining Plc), Humberto Nadal (Cementos Pacasmayo), Inés Temple (DBM Perú), Janine Belmont (Yanbal), Katerina Añaños Alcázar (Industrias San Miguel), Roque Benavides Ganoza (Minas Buenaventura), Gianfranco Ferrari (Credicorp), Carlos Rodríguez-Pastor (Intercorp), y Alfredo Pérez-Gubbins (Alicorp). Solo tres de ellos figuran en la EDP con más influencia en la empresa privada, aunque a nivel de empresas, son cuatro en las que Blomberg reconoce a sus CEO’s.
Como corolario sugeriría que toda encuesta que se publique exponga la metodología de aplicación y la organización que la financia; que no sean los responsables de la investigación quienes las comenten; que se establezcan sanciones para quienes falsifiquen investigaciones por atentar contra la fe pública, y que abandonemos esos falsos conceptos derivados de popularidades que hoy no puede alardear dirigente alguno privado o público, y que generan desorden, caos, y atentan contra la escasa institucionalidad en el país.
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