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Foto del escritorCarlos Ginocchio

Carlos Ginocchio / Disquisiciones deportivas 



Culminando el año, la mayor satisfacción deportiva nos la dieron los atletas que compitieron en los Panamericanos de Santiago, obteniendo 32 medallas, 10 de oro, 6 de plata, y 16 de bronce, ocupando el noveno lugar entre 35 países, en deportes como atletismo, surf, ciclismo, squash, vela, esgrima, karate, taekwondo, tiro, levantamiento de pesas, bádminton, canotaje, y lucha, destacando nuevamente Christian Pacheco y Kimberly García, a quienes se agregaron, con preseas doradas, Hugo Ruiz, Piccolo Clemente, Lucca Mesinas, María Reyes, Luz Rojas, Diego Elías, Stefano Peschiera, y Caterina Romero. Las alegrías se dieron, también, en los Parapanamericanos, donde nuestros representantes obtuvieron 34 medallas: 6 de oro, 9 de plata, y 19 de bronce, y un meritorio puesto 11.

 

Los galardones obtenidos se deben más al esfuerzo y dedicación de los propios deportistas, que a sus federaciones. Christian Pacheco – oro en la Maratón de los Panamericanos 2019 y 2023 – retornó a Lima y no hubo directivo que lo recibiera en el aeropuerto, tampoco prensa, diferente a cuando arriban Gallese o Advíncula. La justificación de los directivos fue que “la mayoría estaba en Chile”, porque para sus viajes y viáticos sí hay presupuesto. Eriberto Gutiérrez, ganador de la medalla de bronce en canotaje, tuvo un gesto de coraje y honorabilidad al retirarse la medalla y devolver doblado el diploma que el alcalde de Abancay le otorgó, pretendiendo ganar ‘avemarías ajenas’, ya que el mismo deportista tuvo que endeudarse para competir, manifestando que “vive con lo justo”.

 

Es momento que se consideren mayores presupuestos para los deportes ajenos al fútbol, y se nombren dirigentes adecuados que aporten y no vivan del deporte. Hace más de 25 años, en 1996, cuando don Arturo Woodman Pollit (QEPD) tuvo a su cargo el Instituto Peruano del Deporte-IPD, intentó relacionar a diferentes empresas privadas y grupos económicos importantes, con cada una de las disciplinas deportivas, de modo que los empresarios – que sí saben alcanzar objetivos - se encargaran y responsabilizaran de estas, articulándolas con colegios para detectar y apoyar a escolares con capacidades -según cada deporte – en su formación desde la niñez. Con esta decisión, se mejorarían los cargos directivos, la logística, y se conseguirían presupuestos adicionales a los del Estado. Ojalá el gobierno de la señora Boluarte preste atención a ello, habida cuenta que el deporte no solo aleja a la juventud de los vicios, sino que hermana a la población, y genera réditos de popularidad a los gobiernos.

 

Hablemos del fútbol. Aunque 2023 me deja doble satisfacción por la estrella número 27 de Universitario de Deportes, y el primer lugar en la Liga 1 y en su grupo de Champions del Real Madrid, equipos del cual soy “un hincha ferviente, el más apasionado”, lo cierto es que el fútbol peruano continúa en los puestos más bajos de América del Sur. En la Copa Libertadores de América, Alianza Lima quedó último en su grupo, con el consuelo de una victoria tras 30 años alejado de ella. Melgar, también último en su grupo. Sporting Cristal alcanzó un tercer puesto para jugar la Sudamericana, donde fue eliminado por Emelec. La “U” logró clasificarse a la siguiente etapa, donde cayó con el Corinthians brasilero. Hace más de dos décadas que un equipo peruano no alcanza una semifinal en esta competencia.

 

En el caso de la selección, los resultados están a la vista: un punto y un gol. El único ganador ha sido el ex entrenador Juan Reynoso que ha recibido 2 millones de dólares para renunciar a la selección, tras 16 meses de su nombramiento, y con trabajo efectivo menor a dos meses. Su situación nos demuestra la incapacidad de los dirigentes de la Federación Peruana de Fútbol, sin capacidad siquiera para elaborar un contrato en base a logros. ¿Qué podemos esperar de directivos como Delfino, Burga, Oviedo, y Lozano, cuándo incluso afrontan graves denuncias judiciales? En 2024 le toca a Fossati, y aunque sus pergaminos son superiores, necesitará magia para modificar los actuales resultados. Lo mejor que podría hacer es iniciar un nuevo proceso con jugadores jóvenes, y bien haría la prensa en dejar de insistir en aquellos que por su edad, su zona de confort, o sus aficiones a la vida alegre, ya no contribuyen al equipo nacional.

 

Nuestro fútbol – a nivel de clubes – en América del Sur, es como el futbol sudamericano en relación a los europeos. La planilla de Alianza Lima en 2023 se estimaba en 16 millones de euros, la más alta del fútbol peruano. El campeón Fluminense, 81 millones de euros, y la del sub campeón, Boca Juniors, 94 millones de euros. El fútbol es un negocio, y es muy difícil competir contra rivales con motores cinco veces más potentes que los nuestros. Desde 2013 hasta 2023, han obtenido el título equipos de Brasil en 7 ocasiones, argentinos en 3, y la excepción fue Atlético Nacional de Colombia (2016) cuya planilla es cercana a la del Alianza Lima, 21 millones de euros. La excepción que confirma la regla.

 

Pero, ¿qué sucede cuando los campeones sudamericanos compiten con los europeos? El Manchester City, con una planilla de 1,015 millones de euros, 12 veces superior a la del Fluminense, lo ha goleado 4-0 y se ha proclamado campeón mundial. Desde 2007, con la excepción del título de Corinthians en 2012 (con gol de Paolo Guerrero al Chelsea), todos los títulos los han obtenido equipos europeos (Real Madrid, Milan, Manchester United, Barcelona, Inter, Bayern Munich, Liverpool, Chelsea, City). Las planillas, por citar solo a dos de estos equipos: Real Madrid (950 millones de euros) e Inter (577 millones de euros).

 

Parte importante del éxito de los equipos europeos se debe a la calidad de su gestión, al enfoque para contratar jugadores jóvenes con potencial, y complementar su formación. Mientras el Fluminense cuenta con jugadores que fueron de mucha calidad, pero hoy en su última etapa, y que no han conseguido continuar en una liga europea, como Marcelo (35 años), Ganso (34), Felipe Melo (40), y su goleador, Cano (35), el City contrata a nuevos portentos menores de 25 años, como Halaand, Julián Álvarez, y Foden, y el Real Madrid a Bellingham, Camavinga, Rodrigo, Vinicius Jr, Militao, Tchouameni, Brahim Díaz, Fran García, y Endrick al cual el club español fichó en 2022, cuando solo tenía 16 años, pagando 60 millones de euros al Palmeiras, más 12 millones en variables. Mientras los clubes europeos han entendido que el fútbol es un negocio e invierten en sus canteras y en la contratación de jóvenes estrellas, provenientes de América, Asia, y África, en el Perú y América del Sur les enviamos nuestras mejores promesas, y recibimos con bombos y platillos a Cavani, Luis Suárez, Paolo Guerrero, y Marcelo, entre otros.

 

En el Perú serán imposibles los éxitos que trasciendan el campeonato interno con clubes casi quebrados, mentalidad ajena al negocio, sin contar con inversionistas, y conceptos fuera de la modernidad. Un ex futbolista que escribe en un diario señalaba que para que Piero Quispe sea el conductor de la selección peruana había que ‘llevarlo poco a poco’ por su juventud. Nuestras recientes revelaciones, Quispe (22 años), Grimaldo (20 años), Bryan Reyna (25), y Zanelatto (23) aún no se consolidan, mientras que genialidades como Cubillas, Sotil, Chale, Mifflin, Julio Baylón, Percy Rojas, Oblitas, Eladio Reyes, y Cueto, a sus 21 años ya eran internacionales y hasta jugaban un mundial. Otro error es cuando se destaca la técnica del jugador peruano (diferente a la habilidad), de la cual carecen su mayoría. En Europa, cuando un jugador lanza un pase desde más de treinta metros a un compañero, este la detiene en sus pies, sin que el balón se le escabulla, avanzan jugando con pases desde el arquero, sin tener que sortear la pelota, poseen una mayor precisión al cabecear, y en sus disparos al arco. La técnica se aprende desde la niñez, y el fútbol actual demanda esta y la capacidad física, atletas bien dotados (Haaland), y cada vez son menos los super dotados como Messi, Neymar, Vinicius, Ronaldo o Mbappé, que los hay, pero no bastan para alcanzar un título.

 

Me contaba un funcionario de un Fondo que invierte en equipos de fútbol y centros de alta competencia, que la inversión en un futbolista debe realizarse desde los 12 años, y estima un monto de 5,000 euros mensuales en educación, entrenamiento, alimentación, vitaminas, uniformes y equipos, entre otros. Continuaba afirmando que el jugador debía estar ya calificado y competente para la primera división o la exportación a los 16, o máximo 18 años, por lo cual habían invertido en este, aproximadamente 420,000 euros, pero se debe detectar potencialidades e invertir en al menos 50 prospectos, por lo que la inversión en todos sería de 21 millones de euros. El Real Madrid, en 2018, pagó 41 millones de euros por Vinicius al Flamengo; 45 millones de euros al Santos en 2019 por Rodrigo; Barcelona pagó 82 millones de euros al Santos en 2013 por Neymar, y el Dortmund fichó a Bellingham en 2020 por 29 millones de dólares, cuando solo tenía 17 años. Los cuatro citados están citados en más de 100 millones de euros. Los ‘Pumas’ mexicanos han pagado 2 millones de dólares por Piero Quispe. Ahí está la diferencia entre uno y otro escenario futbolero. ¿Es una inversión productiva?, por supuesto, si se cuenta con los profesionales y recursos adecuados.  Y ello alcanza a los deportistas de todas las especialidades.  ¿Quién tiene la palabra? El Estado, los clubes, las empresas, la FPF, y los hinchas también.

 

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