Se ha escrito mucho sobre la pandemia que azota el planeta. Afirmaciones, conclusiones y propuestas de todo tipo, pero son escasas las que nos presentan un horizonte para los próximos años y evalúan nuestras fortalezas en las que debe sustentarse.
A los detractores de nuestro modelo económico, es justamente este el que, por su solidez, nos está permitiendo adoptar acciones que alcanzan en inversión y gasto hasta 12% de nuestro PBI, al nivel de países como Estados Unidos -donde el virus asola a sus ciudadanos – o Noruega. Extrañamente, cada vez que he conversado con uno de los promotores del cambio de modelo, no han sabido identificar qué cambiarían (como si se tratara de la camiseta de un equipo de fútbol), si el control de la inflación, la solidez del tipo de cambio, el superávit fiscal y comercial, la independencia del BCR, la acumulación de reservas y control del endeudamiento público, o la promoción de la inversión privada, entre otros.
Los más centrados afirman es necesario combatir la pobreza y la desigualdad, como si estas no se hubieran reducido sustancialmente en las últimas décadas. Para ello, no es necesaria la modificación del modelo, pero sí una legislación anti monopolio, mayor protección al consumidor, fortalecer las instituciones de Desarrollo para promover la articulación de los pequeños productores al Mercado y reducir la informalidad, racionalizar y hasta reducir trámites administrativos, fusionar municipios, gobiernos regionales e instituciones públicas, reducir la brecha de infraestructura, y otorgar permanencia al aparato público mejorando su capacidad de gestión.
Independiente a cualquier posición política u opinión sobre el Ejecutivo, este ha redoblado y hasta triplicado su capacidad de gestión, y ello nos deja lecciones para el futuro de nuestro país, además de las ya mencionadas, como son: a) la importancia de contar con un plan de previsión de crisis (pandemia, eventos climáticos, revueltas sociales, y hasta guerra), es decir tener definidas las acciones en caso de cada una de esas situaciones, tanto el Estado como los privados; b) acometer de la misma manera que se está haciendo con el Corona Virus, la dotación de agua en forma permanente a todos los peruanos. No entiendo cómo se puede hablar de salud sin agua, y cómo de educación sin salud. ¿Qué hacer?, créditos internacionales, uso de reservas, pero de una vez por todas la solución a un problema que no puede continuar pendiente; c) desarrollar un nuevo modelo de gestión con políticas transversales como se ha hecho en esta oportunidad.
Los problemas del agro, salud, educación y combate a la delincuencia, por citar algunos, no pueden ser resueltos por un solo Ministerio, ni siquiera solo por el Ejecutivo y el aparato público. Se requieren políticas transversales que involucren, también, al sector privado.
En las crisis surgen oportunidades. Aprovechemos para desarrollar una visión de futuro que realmente, más allá de modelos y tendencias, contribuya a políticas de desarrollo transversales.
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